Es oficial: el Ecuador atraviesa una profunda crisis económica, que, en términos menos entendibles para no generar alarma, el Banco Central denomina deflación, es decir, tres meses consecutivos con inflación es negativa.
Es oficial: el Ecuador atraviesa una profunda crisis económica, que, en términos menos entendibles para no generar alarma, el Banco Central denomina deflación, es decir, tres meses consecutivos con inflación es negativa. Al examinar con detenimiento el informe, nos encontramos causas específicas que lo promueven y tiene que ver con la falta de dinero en el país para alentar el consumo de los hogares. Las familias compran menos y eso ocurre porque no tienen dinero.
Esta no es más que la consecuencia lógica de un pésimo manejo económico en el país. La política económica del gobierno del presidente, Daniel Noboa, tiene al Ecuador al borde la quiebra.
Cómo no esperar estos resultados, si el jefe de Estado, en lugar de inyectarle dinero a las familias, decidió quitarle lo poco que tienen. Subió el IVA, quitó el subsidio a los combustibles, endeudó más al país con los multilaterales, pero, ese dinero recaudado casa adentro no lo puso a distribuirlo en el Ecuador, sino que lo sacó del país para pagar a los organismos con los cuales la nación tiene obligaciones pendientes.
¿No hubiese sido lo idóneo que todo el dinero recaudado con los nuevos impuestos, más lo que ingresa de los multilaterales invertirlos en obra pública que genere valor, o que pague la deuda interna para que mejore los servicios públicos, como en el sector de la salud, por citar un ejemplo?
El régimen pudo fortalecer las hidroeléctricas y mejorar las petroleras, para aumentar la producción de energía y crudo. Se lograban dos efectos inmediatos: más empleo, lo que deriva en que los hogares tengan más dinero y eso incentiva al consumo y, adicionalmente, más crudo para exportar, lo que permite contar con una inyección económica inmediata al erario nacional.
Hoy, el país está endeudado, el gobierno ya no tiene plata porque lo que le prestaron lo usó para pagar a los multilaterales y no hay más producción petrolera, que este año sufrió con severidad los efectos ambientales que derivaron en la paralización del SOTE. Lo que se viene es desalentador, porque no hay dinero y se viene una menor exportación petrolera por dejar el crudo bajo tiene debido a la disposición de la consulta popular en torno al Yasuní. Sin plata y sin soluciones, ¿Quién podrá ayudarnos?