Este domingo se desarrollan las elecciones presidenciales en Venezuela. Nicolás Maduro quiere ser reelecto y Edmundo González Urrutia es su principal adversario. El líder opositor es quien goza de la mayor intención de voto, según las encuestadoras. Los demás aspirantes a la primera magistratura de la nación bolivariana son Luis Eduardo Martínez, Enrique Martínez, Daniel Ceballos, Antonio Ecarri, Benjamin Rausseo, José Brito, Javier Bertucci y Claudio Fermín.
A lo largo de la región existe un amplio número de ciudadanos de esa nacionalidad, quienes huyeron del hambre ocasionado por la dictadura en su país. Una derrota de Maduro podría representar la esperanza de los migrantes por volver a su país. Un triunfo de Maduro, en cambio, implicará más de lo mismo: hambre, falta de oportunidades, baja calidad de vida, restricción de las libertades.
Las recientes acciones del régimen de Nicolás Maduro evidencian no solo su repulsión hacia la democracia, sino que deja claro que hará todo lo que esté a su alcance para quedarse con el poder, ya sea en las urnas o fuera de ellas. Maduro no quiere dejar el poder. No le importa expulsar o deportar de su país a quien fuese necesario, o impedir el ingreso de quienes pueden visibilizar sus excesos.
La comunidad internacional está pendiente con el destino de Venezuela en las urnas, porque son todos los países de la región quienes pagan las consecuencias de la dictadura, debido a que albergan el éxodo que huye de la barbarie que vive en su país de origen.
Ecuador tiene en su territorio medio millón de venezolanos, una cifra que pone en relieve la trascendencia de estos comicios.
Este domingo, los venezolanos van a las urnas con esperanza de que mejoren las cosas, con fe de que sea el principio para reencontrarse con sus familias, con la ilusión de volver a su tierra, porque este domingo no solo se elige a un gobernante; mañana Venezuela elegirá su libertad.