Darwin Daniel Bustamante, conocido como “chavito”, el hombre que lleva cerca de tres décadas trabajando en el oficio de limpiabotas o betunero en la ciudad de Huaquillas. Tiene un 89 por ciento de discapacidad y su labor diaria sirve para alimentar a su señora madre, mujer que sufre de anemia y otras dolencias.

Darwin Daniel Bustamante, conocido como “chavito”, el hombre que lleva cerca de tres décadas trabajando en el oficio de limpiabotas o betunero en la ciudad de Huaquillas. Tiene un 89 por ciento de discapacidad y su labor diaria sirve para alimentar a su señora madre, mujer que sufre de anemia y otras dolencias.
Ni el covid-19 lo hizo abandonar un trabajo que realiza desde hace 30 años, cuando tuvo que elegir entre dejarse vencer por su discapacidad y el trabajo de limpiar calzado.
Durante muchos años han pasado desde que su padre se alejara de su madre. Durante los últimos 30 años, Darwin Daniel “chavito”, se ha dedicado al oficio de lustrabotas recorriendo domicilios en busca de calzados que necesiten mantenimiento y vistosidad. Según él, luego de la pandemia del covid-19 que azotó al mundo desde el 2020 y que continúa siendo una amenaza, varios de sus compañeros no han continuado en el trabajo, y no se sabe si es porque han cambiado de oficio o porque han salido de Huaquillas.
Darwin Daniel es uno de los que sí han dicho presente luego de la reapertura económica a seguir dando lustre y brillo a los zapatos de los huaquillenses en el Parque Algarrobo. Es en ese lugar donde ha permanecido por más de tres décadas, ganándose la vida con el oficio que tuvo que aprender para mantener a su progenitora.
Él vive, junto a su madre Celia María, de 72 años, en la ciudadela 18 de noviembre, tiene 5 hermanos: Deisy, Emily, Jaime y Miguel. “Gracias a mi madre estoy saliendo adelante de manera decente y honrada, a pesar de tener a mi madre enferma y padecer mi discapacidad”, dice a quien apodan “chavito”.
Comenta que su faena diaria comenzó con caja de madera, compró cepillos y franelas, y así comenzó y fue teniendo ingresos para el sustento diario, recuerda Darwin Daniel.
Hay ocasiones en las que los clientes se van bastante satisfechos con el trabajo del “chavito”, por ello recibe $0.50 por el lustrado y 2 soles cuando pasa al Perú en busca de calzado para abrillantar
La calle o la vagancia pudieron ser un camino, pero él decidió dedicarse al trabajo de betunero o lustrabotas, como también se les conoce en nuestro medio. Si bien es un oficio poco remunerado, a él le sirve para sobrevivir ya que en estos momentos tiene a su mamá enferma. “Hay días buenos, otros días malos y otros en los que no se gana nada”, agregó el hombre, quien ahora a sus 43 años, también tiene pocos ingresos trayendo cebolla de Perú.
“Hay que ir guardando un poco de lo que se va ganando, para poder solventar cuando no se gana nada”, explicó el hombre. A pesar de haber sido presidente de la Asociación de Lustradores de Huaquillas, dicho gremio desapareció y ahora no tiene mucha información sobre otros betuneros.
Comenta que el ex alcalde Manuel Aguirre, lo bautizo con el mote de “chavito”. De 7 a 1 de la tarde se dedica a lustrar calzado. Tiene temor por la inseguridad que campea la frontera. Se retira temprano a su casa porque junto a su madre están criando dos niñas, sin dar mayores detalles de las menores. Dice que cobra $100.00 de bono que le sirve para comer, pero la mayor parte la gasta en medicamentos.
Asegura que las personas discapacitadas han sido olvidadas por las autoridades del cantón. Además, la seguridad aun deja mucho que hablar y no se garantiza la paz ciudadana.
