En todo el país, todos los días cae algún cabecilla de alguna banda, de algún grupo terrorista o de algún grupo de delincuencia organizada, menos en El Oro.

En todo el país, todos los días cae algún cabecilla de alguna banda, de algún grupo terrorista o de algún grupo de delincuencia organizada, menos en El Oro. En esta provincia reina la impunidad en todo su esplendor. Con suerte y logran capturar a algún gatillero, de los cientos de sicarios que se pasean por los cantones orenses, pero ningún capo, ningún líder.
En esta provincia todos saben que una organización delictiva se dividió en dos. Saben cuál es esa banda, conocen quiénes son los cabecillas. Conocen dónde viven, pero nadie hace el más mínimo intento por atraparlos. ¿Por qué? ¿Porque no pueden o porque no quieren? Si no pueden hacer su trabajo, renuncien, váyanse a su casa, dejen de sangrar al Estado ecuatoriano porque su desidia cuesta vidas. Y si no quieren, pues entonces que los manden a su casa, porque no pueden seguir atentando contra los reales intereses nacionales, pues ustedes, por cuidar sus mezquinos y protervos intereses permiten esta ola de muerte que acecha a El Oro, y eso deriva en el cierre de comercios, caída de ventas, y por ende, falta de circulante, desempleo, pobreza en general.
Es evidente que el control está en las mafias. Y no sería nada raro que los operativos del dichoso bloque de seguridad sean dirigidos en función de las disposiciones de alguno de los dos bandos. Pues de otra forma, cómo explicamos el hecho de que en todo el país las muertes violentas tienen tendencia a la baja, menos en esta jurisdicción, donde más bien hay un claro crecimiento en criminalidad, porque no solo hay asesinatos por doquier, sino también robos, asaltos y extorsiones.
Es momento de exigir resultados a nuestras autoridades y esos resultados serán visibles solo cuando los principales cabecillas de las bandas locales estén presos. Pero para encarcelarlos, se necesitan de agentes policiales, fiscales y jueces honestos. Pedir que en los tres flancos de la justicia exista honestidad parece ser un sueño inalcanzable en esta provincia. Entonces, mientras no se depuren filas militares y en el aparato de justicia, continuará la espiral de violencia en aumento, batiendo récord tras récord y nuestros policías seguirán persiguiendo arranchadores de carteras pues creen que con eso ya la opinión pública dirá que hacen algo por la seguridad.
