La renovación del estado de excepción, que ahora incluye a El Oro, junto con otras provincias y el cantón Camilo Ponce Enríquez.
La renovación del estado de excepción, que ahora incluye a El Oro, junto con otras provincias y el cantón Camilo Ponce Enríquez, ha reavivado el debate sobre la efectividad de esta medida en la lucha contra la delincuencia. El presidente Daniel Noboa, al ampliar la vigencia de este decreto, busca desplazar más efectivos policiales y asignar recursos adicionales para combatir la violencia que ha azotado al país. Sin embargo, la eficacia de los estados de excepción como solución a la crisis no es muy convincente para los ciudadanos, que se preguntan si sirven de algo estas medidas adoptadas por el Gobierno.
El estado de excepción, una herramienta extraordinaria prevista para situaciones de conmoción interna, ha sido una constante en Ecuador durante los últimos años. Tanto el expresidente Guillermo Lasso como el actual mandatario Noboa han recurrido a esta medida en respuesta a las crecientes olas de violencia. Sin embargo, la realidad muestra que, a pesar de la frecuencia con la que se decreta, el impacto positivo ha sido limitado. La pregunta que surge es si la repetición de este mecanismo puede realmente alterar el curso de la situación en El Oro y sus alrededores.
Especialistas en seguridad sostienen que la renovación constante de estados de excepción no aborda la raíz del problema. La solución a la violencia y la criminalidad no puede limitarse a una intervención temporal con un despliegue policial adicional. Es importante, que se implementen estrategias integrales que involucren a todas las instituciones del Estado y que se enfoquen en la prevención y la respuesta efectiva a las actividades delictivas.
Por ejemplo, en Colombia, en los años ochenta y noventa, hubo un apoyo de los poderes del Estado, lo que permitió reducir al narcotráfico y al terrorismo a lo mínimo, lo cual dio paso a una casi total pacificación.
Es importante destacar que la lucha contra la delincuencia no puede depender únicamente del incremento de la presencia policial. Se necesita un enfoque integral que combine prevención, respuesta efectiva y una infraestructura de seguridad sólida. El estado de excepción puede ser una herramienta dentro de un arsenal más amplio, pero su efectividad estará condicionada por la implementación de políticas y estrategias complementarias. Solo a través de un enfoque integral y coordinado se podrá lograr una verdadera mejora en la seguridad y el bienestar de la población.