El presidente que gane en las elecciones de febrero de 2025 va a convocarnos a los ecuatorianos a un nuevo proceso electoral en la brevedad posible. Lo más seguro es que ocurra en 2026 y la razón será un plebiscito para saber si estamos o no de acuerdo con convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, para elaborar una nueva Constitución.
El presidente que gane en las elecciones de febrero de 2025 va a convocarnos a los ecuatorianos a un nuevo proceso electoral en la brevedad posible. Lo más seguro es que ocurra en 2026 y la razón será un plebiscito para saber si estamos o no de acuerdo con convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, para elaborar una nueva Constitución.
El correísmo propone eso. Desde los socialcristianos tienen una similar intención y ni se diga del régimen actual, pero, ¿Es necesaria una Asamblea Constituyente? Todo parece indicar que sí urge cambiar la Constitución de este país de manera inmediata, en especial, para desaparecer esa estructura hiperpresidencial y eliminar, de una vez por todas, a ese súper organismo llamado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, que se ha convertido en el principal botín de la clase política de nuestra república.
Los ecuatorianos estamos en un vaivén a las urnas por distintas circunstancias y ahora esta modificación a la Carta Política de 300 años debe ser justificada por quien la convoque, porque si nos van a hacer gastar presupuesto estatal en este tipo de comicios, pues por lo menos que sea algo que valga la pena. Hoy en auge está el rol del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social como institución. No debe existir ese organismo y la designación de autoridades de control debe volver a la Asamblea Nacional. El primer poder del Estado también debe reconfigurarse y debe partir por reducir el número de asambleístas. Los procesos electorales también deben modificarse, para evitar el pago estatal de las campañas políticas y más bien apuntar a rigurosos controles de gasto electoral.
Y en los temas de fondo, la gran deuda de la Constitución de Montecristi tiene que ver con seguridad y empleo. El correísmo generó candados al sector trabajador que ocasionó un alza sin precedentes de los índices de desempleo que fueron después maquillados con eufemismos como el subempleo, empleo no remunerado y empleo no adecuado; y en materia de seguridad, basta de tantas contemplaciones a los delincuentes, basta de tanta indulgencia con sicarios, violadores, vacunadores, y demás alteradores del orden público.
La actual Constitución alcahueta merece irse al tacho de la basura, pues, si bien es cierto no es la única responsable de todos los males de nuestra república, bien puede ser la mayor responsable del caos que vivimos en la actualidad.