OPINIóN

El veto anula las acciones de paz


La Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuando están en conflicto con los intereses de una o más de las potencias que integran el Consejo de Seguridad utilizan el veto. Cuando, al término de la Segunda Guerra Mundial, se creó, en San Francisco, California, el organismo internacional llamado Organización de las Naciones Unidas, las grandes potencias vencedoras del conflicto se reservaron el derecho de vetar cualquier decisión que no fuera de su conveniencia.

Mauricio Gándara Gallegos
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuando están en conflicto con los intereses de una o más de las potencias que integran el Consejo de Seguridad utilizan el veto. Cuando, al término de la Segunda Guerra Mundial, se creó, en San Francisco, California, el organismo internacional llamado Organización de las Naciones Unidas, las grandes potencias vencedoras del conflicto se reservaron el derecho de vetar cualquier decisión que no fuera de su conveniencia. Ese llamado ‘derecho al veto’ lo tienen los miembros permanentes del Consejo de Seguridad: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia. Aunque se ha ampliado el Consejo de Seguridad, actualmente a quince países, con miembros no permanentes que son elegidos por consideraciones regionales, principalmente para que haya un cierto equilibrio mundial, ninguno de estos miembros no permanentes tiene derecho al veto. En asuntos o conflictos que no comprometan los intereses de los miembros permanentes, el Consejo de Seguridad funciona con relativa eficacia, mediante misiones de paz, cascos azules, sanciones y otras medidas, inclusive militares. Porque le ha tocado en turno, Ecuador es actualmente miembro no permanente del Consejo de Seguridad. Con o sin esa calidad, Ecuador y sus ciudadanos deben permanecer atentos a las informaciones internacionales, porque de una u otra manera les afectan, como en el caso del felizmente fallido intento de enviar armamento ruso usado a Ucrania, a espaldas de Rusia, por presión de Estados Unidos; o en el envío, perjudicial a nuestra diplomacia, a la vicepresidenta ecuatoriana, Verónica Abad, a solucionar el conflicto entre israelíes y palestinos, cosa que ni la ONU ha podido hacerlo. Como norma general, es mejor para los intereses nacionales el guardar distancias, en lo posible, de estos lejanos conflictos internacionales. Bastante tiene el Ecuador con atender a los que le afectan directamente, como en el caso del conflicto con México, que actualmente se ventila en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.