Entre gallos y medianoche, show, gritos y relajo, el correísmo sufrió un nuevo revés en su intento de enjuiciar políticamente a la fiscal Diana Salazar. La Comisión de Fiscalización de la Asamblea, bajo la presidencia de Luis Alvarado, decidió por mayoría no calificar ni avanzar en el juicio político solicitado por la asambleísta correísta Pamela Aguirre, después de que esta abandonara la sesión. Este fracaso muestra la frustración del correísmo para imponer su agenda.
El intento de enjuiciar a Salazar había sido una de las principales estrategias del correísmo para desacreditar a una figura clave en el sistema de justicia. Sin embargo, la votación de la Comisión, que bloqueó la moción de Aguirre y rechazó la reconsideración, demuestra la falta de apoyo y la falta de base sólida en el argumento del oficialismo. En lugar de avanzar con un debate constructivo, la sesión se transformó en un espectáculo de gritos y acusaciones, que evidenció la fractura y la falta de acción dentro del bloque correísta.
La controversia no se detuvo ahí. Tras el rechazo de la moción, la Comisión aprobó la unificación del juicio político presentado por el legislador Héctor Valladares con el caso de Gissela Garzón. Este paso, aunque aparentemente administrativo, fue visto por el correísmo como una maniobra para archivar el proceso contra Garzón y, por ende, debilitar su posición. La decisión de la Comisión de seguir adelante con la unificación a pesar de las objeciones correístas reflejó una voluntad de mantener el proceso dentro de un marco institucional, en lugar de ceder ante las presiones y los intentos de manipulación política.
La respuesta de Pamela Aguirre, quien anunció que pedirá un informe jurídico para certificar la vigencia del juicio político presentado por Valladares, indica que el correísmo aún no está dispuesto a rendirse.
La política debería ser un espacio para el debate racional y el desarrollo de políticas públicas efectivas, no un escenario de confrontaciones y bloqueos que solo sirven para exacerbar las divisiones existentes.
Lo cierto es que al correísmo se le vinieron abajo sus planes para sacar a Diana Salazar del camino. La moción no fue aprobada, luego de más de dos horas de una de las sesiones de la Comisión de Fiscalización más bochornosas de su historia. Gritos, carajazos, manos al viento, desconocimiento de la Ley Orgánica de la Función Legislativa. Hubo de todo, menos diligencia.