Joseph Goebbels es considerado el padre de la propaganda. Él fue Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del III Reich, es decir, durante el Holocausto, en la administración de Adolph Hitler. Tenía un principio básico para desarrollar sus campañas: una mentira mil veces dicha, se convierte en una gran verdad. Por ello, aplicó estrategias como adoptar una única idea, un único símbolo; individualizar al adversario en un único enemigo. Luego, reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada. Después, cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque, basándose en el lema: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
El siguiente paso es convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. A su vez, la campaña debe ser popular, que llegue a todos los niveles por igual. Para ello, hay un principio clave: la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas. Pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
Ello implica el principio de renovación, el de verosimilitud y el de silenciamiento: es decir, nuevos argumentos contra el adversario para reducir la capacidad de respuesta del contrincante, y esas aseveraciones con una carga incontestable de argumentos, complementado con silenciar las voces contrarias o disidentes.
Estos son los principios sobre los cuales los publicistas y estrategas políticos actuales ejecutan su posicionamiento y fortalecimiento. El presidente Daniel Noboa es quien lo ejecuta en la actualidad: todos los que se oponen a él son terroristas, son políticos del viejo Ecuador, están en contra del país. Y a su vez, sobre todos los adversarios lanza ataques despiadados: contrabando de gasolina, negociados con radares, terrorismo. Y de paso, calla voces disidentes, no necesariamente con el cierre de medios de comunicación, como hacía el correísmo, pero sí, repartiendo USD 7.2 millones en pauta.
Noboa y su equipo tienen claro su objetivo: ganar en febrero. Y para lograrlo, no les importa recurrir a las viejas prácticas nazis.