OPINIóN

El mito del Estado benefactor y el lastre de la Victimización en Sudamérica


John Campuzano

En América del Sur, es recurrente escuchar y leer discursos lastimeros que piden “más Estado” y que señalan a las “empresas transnacionales del imperio” (que no se sabe si se refieren al imperio comunista chino) como las responsables del “robo” de los recursos naturales. Viejo enfoque que refleja una pobre mentalidad que ha limitado el potencial de desarrollo de muchos países de la región, perpetuando una dependencia hacia el Estado paternalista y a la falta de iniciativa para generar modelos más competitivos y autosuficientes.

Es indudable que las empresas transnacionales han jugado un papel significativo en la explotación de los recursos naturales en países sudamericanos, pero reducir la problemática del subdesarrollo a este factor es una simplificación peligrosa o demuestra una miopía severa entre personas que se autodenominan intelectuales de vieja data. Países como Japón (devastado con dos bombas nucleares) o Corea del Sur (con inferior desarrollo a Ecuador durante la década de los 70 del siglo pasado), ambos con escasos recursos naturales, han logrado niveles altísimos de desarrollo. ¿Cómo? Apostaron por la educación, la innovación y la creación de una economía basada en el conocimiento. Estos países entendieron que, más allá de la riqueza natural, el verdadero capital está en el capital humano y en la capacidad de crear valor agregado.

En Sudamérica, el relato predominante que clama por más Estado es un eco de un pasado donde los gobiernos asumían el rol de solucionadores universales del desempleo, de las lluvias, de la falta del sol o de la natalidad. Sin embargo, esta postura ha demostrado ser insostenible, las crisis fiscales por la famosa costumbre de imprimir dinero para supuestamente crecer, solo ha terminado en catástrofes inflacionarias en Perú, Bolivia, Venezuela, Brasil y Argentina la más reciente. La corrupción, la burocracia y la ineficiencia han sido muchas veces las verdaderas causas de que los recursos no se traduzcan en bienestar para la población.

Dejemos de ser víctimas o mendigos de los gobiernos, pensando que la izquierda o ideologías del fracaso serán las que creen el paraíso terrenal, hay que asumir una posición más proactiva y crear marcos regulatorios eficientes que se basen en la isonomía antes que en el privilegio.