La crisis del suministro eléctrico no solo ha traído problemas al comercio, la industria y cambiado la cotidianidad de las familias, sino que también está afectando el futuro educativo de nuestros niños y jóvenes.
La crisis del suministro eléctrico no solo ha traído problemas al comercio, la industria y cambiado la cotidianidad de las familias, sino que también está afectando el futuro educativo de nuestros niños y jóvenes. La decisión del Ministerio de Educación de ajustar los horarios de clases en respuesta a esta problemática es, sin duda, un intento por mitigar las dificultades que enfrentan los estudiantes. Sin embargo, estas medidas, aunque necesarias, plantean desafíos para los padres de familia.
En primer lugar, el ajuste de horarios para las jornadas vespertinas y nocturnas busca ofrecer soluciones para proteger a los estudiantes de la inseguridad. Los alumnos de la tarde, con un horario de salida anticipado, pueden seguir asistiendo a clases, pero el verdadero problema se da en casa. La falta de acceso a internet y computadoras ha obligado a los estudiantes a depender de alternativas poco efectivas para realizar sus tareas. Buscar familiares que cuenten con energía eléctrica en otro sector se ha convertido en una odisea, y no todos tienen la posibilidad de hacerlo. Esta situación genera un estrés palpable, tanto en los estudiantes como en los padres, quienes ven cómo sus hijos se ven limitados en su capacidad de aprendizaje.
La modalidad no presencial para la jornada nocturna, aunque brinda una solución en teoría, presenta sus propios retos. La falta de un entorno adecuado para estudiar en casa, la dificultad para concentrarse y la ausencia de interacción social son algunos de ellos.
La educación es un derecho fundamental que debería ser accesible para todos, sin importar su ubicación geográfica. Sin embargo, la situación actual en muchos barrios, especialmente en zonas rurales y marginales, nos revela una realidad alarmante: los cortes de luz están volviendo a sumergir a nuestros niños en condiciones de estudio precarias, socavando su futuro y el de toda una generación.
Las palabras de la exministra de Educación, Monserrat Creamer, reflejan una verdad innegable: son las áreas más vulnerables las que sufren las consecuencias más graves de la inestabilidad energética. La queja de los padres es generalizada; en Machala, parte del sector este de la ciudad estuvo sin luz desde las 15:00 hasta las 22:00, y muchos estudiantes no pudieron cumplir con su tarea debido a la falta de energía.
Los padres esperan un cambio en la modalidad al enviar las tareas, sabiendo que hay sectores en los que no tienen luz por 10 horas.