OPINIóN

Un Halloween para la reactivación


Fernanda Tusa

¿Halloween o el Día del Escudo Nacional? cada octubre en Ecuador, la pregunta resurge como un susurro entre quienes reflexionan si abrir las puertas a la fantasía de disfraces y calabazas o reafirmar el respeto hacia nuestros símbolos patrios. Hay quienes ven en Halloween una amenaza a la identidad nacional, una desviación cultural que agravia nuestros valores y tradiciones. Pero, ¿y si, en lugar de ver esta festividad como una disyuntiva, pudiéramos convertirla en un puente hacia la reactivación económica que tanto anhela nuestra gente? Halloween podría ser más que una simple celebración, una oportunidad para que el comercio local florezca, para que el esfuerzo de nuestros pequeños comerciantes se vea recompensado y para que el espíritu de comunidad nos impulse a apoyar el crecimiento de los nuestros.

Así, en estos momentos de necesidad, ¿por qué no abrirle la puerta a Halloween y, con ello, al potencial de revitalizar los negocios locales? Tal vez, en vez de ser solo una celebración importada, Halloween pueda convertirse en una oportunidad de renacimiento económico, un impulso para las tiendas, los artesanos, los productores de dulces, y para cada familia que encuentra una razón para celebrar, sea en un disfraz, en una calabaza o en la sonrisa de un niño.

Celebrar Halloween no significa renunciar a nuestros símbolos; significa, más bien, encontrar en esta festividad una nueva manera de apoyar a nuestra gente. El amor a la patria también se expresa en el bienestar de quienes la habitan, en la prosperidad de sus pequeños negocios, en la vitalidad de sus calles. Porque ayudar a nuestra gente es, en última instancia, la esencia del nacionalismo que Ecuador necesita hoy: un nacionalismo que no solo honra el pasado, sino que, con los colores de la festividad, tiende una mano a un futuro más próspero.

Este 31 de octubre, celebremos, no para rendir culto a costumbres ajenas, sino para brindar nuestro respaldo a quienes levantan a nuestro país cada día. Que Halloween sea, más allá de los disfraces y las tradiciones, un símbolo de unión y esperanza, una manera de decirnos a nosotros mismos que, incluso en la adversidad, seguimos de pie, apoyándonos unos a otros.