OPINIóN

Editorial: Filtraciones


Las recientes filtraciones de los chats contenidos en el teléfono de Fernando Villavicencio aún no tienen una verificación de autenticidad.

Las recientes filtraciones de los chats contenidos en el teléfono de Fernando Villavicencio aún no tienen una verificación de autenticidad. Es verdad, con dificultad alguien podrá decir: eso es real. Sin embargo, existen profundas reflexiones alrededor de este caso que llena de incertidumbre a los ecuatorianos.

Son tantos y tantos chats los expuestos que, probablemente, escucharemos versiones distintas de cada hecho encontrado, según quién los exponga. Por ejemplo, un medio digital, en evidencia su calaña, utilizó los chats de un difunto para atacar a sus rivales, cuestionar y deslegitimar a quienes, en el caso Encuentro, dejaron expuestos sus vínculos con el crimen organizado, al nivel de intentar desacreditar a la fiscal general del Estado, quien lleva adelante la investigación de ese caso. Ese medio digital utilizó los chats de Villavicencio para vengarse de sus enemigos. Así de rastreros. En el ambiente quedan profundas reflexiones en torno a la privacidad de las personas, el manejo de datos, pero, sobre todo, al derecho a la inviolabilidad de correspondencia.

No solo la Fiscalía debe salir al frente a dar detalles sobre lo hallado en el teléfono, sino, en especial, conocer en realidad qué hay en esos chats. ¿Solo hablaba con whatsapp?, ¿Utilizaba Villavicencio Threema, o signal?, ¿se comunicaba vía telegram?

Claro, hay quienes se atreverán a publicar algo, pero será desde el sesgo personal, por eso es imperioso contar con una investigación internacional, independiente y, sobre todo, libre de presiones y chantajes, muy propias de este país.

Ha pasado un año desde el asesinato de Fernando Villavicencio y todavía no hay ni siquiera rastros de quién mató al excandidato presidencial. La hija del político se atrevió a vincular su asesinato con un opositor político. El aliado del exasambleísta, relaciona al medio digital opositor con un político. En definitiva, es una cadena de acusaciones lanzadas al aire, sin sustento, o al menos, sin pruebas materiales visibles ante la opinión pública.

El Ecuador necesita la verdad, en honor a la memoria de Villavicencio, en honor a quienes siguen vivos y claman justicia por este y todas las muertes violentas registradas los últimos años y que permanecen sin recibir castigo de ninguna índole. Ecuador necesita y merece saber la historia completa, no solo lo que le interesa contar a alguien o al vocero de alguien más.