OPINIóN

Editorial: La ley es la ley




La descalificación de la candidatura presidencial de Jan Topic, alegando la existencia de contratos vigentes con el Estado, es un acontecimiento que sacude el escenario político ecuatoriano. Este hecho no solo genera interrogantes sobre la legalidad y transparencia del proceso electoral, sino que también pone de relieve la importancia de la ética en la participación política.

Jan Topic, conocido por su perfil de empresario y su propuesta de “mano dura” en temas de seguridad y desarrollo, había captado la atención de un sector del electorado deseoso de liderazgo firme y soluciones prácticas. Sin embargo, la normativa ecuatoriana es clara en la prohibición de que candidatos con contratos activos con el Estado participen en contiendas electorales, una regla establecida para evitar conflictos de interés y garantizar la imparcialidad en el ejercicio del poder.

Este revés para Topic evidencia la necesidad de que los aspirantes a cargos públicos mantengan un estricto cumplimiento de las leyes desde antes de sus postulaciones. No es solo una cuestión de técnica jurídica, sino de credibilidad ante la ciudadanía. La descalificación envía un mensaje contundente sobre el compromiso con los principios de transparencia y rendición de cuentas, aunque no sin despertar críticas por parte de quienes consideran que las autoridades electorales actúan de forma politizada o arbitraria.

Por otra parte, esta situación refleja la complejidad del panorama electoral en Ecuador, un país en el que la política está marcada por la desconfianza y el escepticismo. La salida de Topic podría cambiar la dinámica de las elecciones, modificando las preferencias y los cálculos estratégicos de otros contendientes.

El desafío para las autoridades electorales ahora es mantener la confianza del público en la imparcialidad y rectitud del proceso, asegurando que todas las decisiones sigan el marco legal y no sirvan para alimentar suspicacias sobre influencias indebidas. La democracia se fortalece cuando todos los actores, sin excepción, respetan las reglas.