En medio de una crisis profunda que afecta al pueblo ecuatoriano, el deporte ha sido una fuente de gran alegría para Ecuador. La victoria histórica de la selección nacional de fútbol, que venció a Colombia 0-1 en Barranquilla después de 59 años, fue un alivio para una nación marcada por apagones, inseguridad y una crisis económica creciente. Ese triunfo tricolor nos hizo soñar, nos unió en el grito de ¡Viva el Ecuador!, recordándonos que, pese a la crisis, podemos brillar.
Sin embargo, esta alegría no puede ocultar la dura realidad que enfrenta el país. El presidente Daniel Noboa ha anunciado que los apagones cesarán en diciembre, pero esa promesa llega tarde, tras meses de crisis eléctrica que siguen afectando la vida de millones de ecuatorianos. La escasez de agua potable, los incendios forestales, la falta de empleo y una creciente migración son solo algunas de las urgentes cuestiones que el gobierno parece ignorar mientras nos distrae con anuncios de mejoras futuras.
Es cierto que el deporte tiene el poder de elevar el ánimo de una sociedad golpeada, pero los ecuatorianos necesitan mucho más que una victoria en el fútbol. Exigen respuestas concretas, una acción decidida frente a la crisis energética, y políticas claras para asegurar la estabilidad económica y social del país. La victoria de la Tricolor debe ser un mensaje de que, cuando el pueblo se une, los logros son posibles; pero también un recordatorio de que el gobierno tiene la responsabilidad de dar pasos firmes para resolver los problemas que nos aquejan, sin más excusas ni promesas vacías.
Los ecuatorianos esperan que se cumpla la palabra del presidente de que no habrá más apagones en diciembre, y que esta no sea una promesa más que no se cumpla en este gobierno, por el bien de las personas que necesitan que les devuelvan la vida cotidiana que les han arrebatado debido a la crisis energética.