OPINIóN

Donde nace la luna


Rosalía Arteaga Serrano

Mucho se ha escrito sobre nuestro famoso archipiélago, el de las Islas Galápagos, que son parte del territorio nacional; la ciencia, la literatura y también la fantasía han encontrado un espacio pródigo para explayarse y sin duda serán muchos más quienes se aventuren por tratar de expresar en palabras lo que nos inspira este maravilloso laboratorio natural que es además un patrimonio para la humanidad.

Sin embargo, una de las más bellas historias para niños sobre este mágico lugar, nos la entrega la escritora Edna Iturralde, la prolífica autora ecuatoriana Edna Iturralde, quien ya se ha hecho acreedora a múltiples reconocimientos en su vida literaria.

El libro al que quiero referirme ahora se titula “Las Islas donde nace la luna” una aventura en Galápagos”, en donde se mezclan los elementos mágicos, la pasión por la naturaleza, la descripción de personajes tanto humanos como animales humanizados, la descripción de paisajes, la trama interesante que tiene que ver con el desarraigo, la separación, la dureza de la migración forzada, pero que también deja espacios para la esperanza y los encuentros. Así, Edna describe a las hermanas gemelas, una de ellas con dotes especiales, lo que en algunos momentos la hace sujeto de exclusión, pero también le dota de unas calidades maravillosas, ricas, que marcan la diferencia y que la convierten en protagonista de la historia.

Son las hermanas las que se transforman, las que vuelan, acompañadas de su mascota, quienes al final descubren que las mascotas son los humanos al servicio de los animales. Son esas hermanas protagonistas las que se adueñan del corazón de los lectores, tanto de los pequeños como de los adultos que nos atrevemos a transitar por el mundo mágico de la literatura para niños que en realidad es literatura para todos. Edna Iturralde vuelve a marcar un hito con este libro al que nos hemos referido, lo hace con la maestría y el oficio que ya en ella son una constante y entrega un libro que cumple varios objetivos, además del lúdico de incitar a la lectura, ofrece lecciones de una deontología del mundo humano y animal, del respeto por la naturaleza que tanta falta nos hace inculcar e incentivar.