Grupo Caritas de la Catedral de Machala evangelización. Asisten mujeres y hombres de todas las edades.

Por P. Vicente
Aníbal Romero Peña
Hay palabras que suenan fuerte en los pasillos de la historia, pero pocas resuenan en los rincones olvidados de las ciudades. La teología de la calle no es un concepto abstracto, es el Evangelio puesto en movimiento, es Dios caminando entre los pobres, los migrantes, los excluidos. Es la voz de los sin voz, el altar improvisado en una plaza, la predicación que brota de la vida misma.
Jesús nunca fue un maestro de escritorio. Sus parábolas nacieron en los caminos polvorientos, su cátedra era una barca en la orilla del lago, su púlpito era la vida misma. No habló desde el poder, sino desde la periferia. Por eso, la teología de la calle nos desafía a salir, a cambiar nuestros esquemas y a descubrir que el Reino de Dios se gesta en lo sencillo, en lo cotidiano, en la lucha de cada día.
Jesús en las Calles: Un Cambio de Paradigma
El Evangelio es dinamita. No se trata solo de creer, sino de vivirlo. No se trata de contemplarlo desde lejos, sino de ensuciarse las manos con la realidad del otro. Jesús lo dejó claro cuando leyó en la sinagoga de Nazaret:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la Buena Nueva a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos y la libertad a los oprimidos.” (Lc 4,18).
Este es el paradigma emancipador de la fe: una teología que no solo interpreta el mundo, sino que lo transforma. Una fe que no se queda en ritos vacíos, sino que rompe cadenas y abre caminos de esperanza.
La Opción por los
Pobres: Claves de
un Nuevo Horizonte
1. Dios en la periferia: No está en los palacios ni en los templos de oro, sino en los que duermen bajo un puente, en los que buscan trabajo sin encontrarlo, en los niños que mendigan un pedazo de pan. La teología de la calle nos lleva a encontrar a Cristo en esos rostros.
2. Palabra que libera: El Evangelio no es un discurso vacío. Es vida, es acción, es un grito de justicia. Cada vez que defendemos al débil, cada vez que acogemos al que sufre, estamos predicando sin necesidad de palabras.
3. Comunidades de resistencia y esperanza: La fe no es individualista. Somos un pueblo, un cuerpo, una comunidad. En las esquinas de la historia han nacido pequeñas comunidades que viven el Evangelio con autenticidad, lejos de los reflectores, pero cerca del corazón de Dios.
4. Transformación desde abajo: Jesús no cambió el mundo desde las élites, sino desde los últimos. La teología de la calle nos invita a dejar de esperar soluciones desde arriba y a comenzar a construir el Reino con nuestras propias manos.
El Evangelio
en Movimiento
El Evangelio no es para guardarlo en vitrinas, es para desgastarlo en la vida. No es un monumento muerto, sino un fuego encendido. La teología de la calle es una Iglesia en salida, es una fe encarnada que camina con los pies de los pobres y que habla con la voz de los que claman justicia.
Jesús sigue en las calles. Está en el hermano que sufre, en la madre que lucha, en el joven que sueña con un futuro mejor. Y nos lanza una pregunta desde la historia: ¿Qué estás haciendo tú para que el Reino de Dios sea una realidad?
Porque el Evangelio no es para admirarlo. Es para vivirlo. Es para transformarlo todo.
