
El correísmo, como es su costumbre, no tiene escrúpulos de ninguna índole cuando se trata de hacer campaña política. Recordemos que en la víspera de la primera vuelta electoral, de forma execrable apareció el entonces candidato Ricardo Patiño, hoy asambleísta electo, para explotar electoralmente la desaparición de los cuatro niños de Las Malvinas, a través de un vídeo colgado en redes sociales, en el que se enfundó el disfraz de entrevistador de los familiares de Saúl Arboleda, Steven Medina y Josué e Ismael Arroyo.
Ahora, en la víspera de la segunda vuelta electoral, aparece un personaje recurrente en esta nueva época proselitista: Gabriela Goldbaum, exesposa de Daniel Noboa. Ella ya estuvo muy activa en la anterior campaña electoral cuando Noboa llegó a la segunda vuelta electoral, también contra Luisa González. Hoy, el correísmo la exhibe en el pleno de la Asamblea Nacional, para que hable de violencia vicaria.
El enojo de Goldbaum es porque el presidente Noboa solicitó rebajar la pensión alimenticia hacia la hija que tienen en común, de USD 5.217,67 a USD 2.000, bajo el argumento de que tiene dos hijos más bajo su manutención, con Lavinia Balvonesi.
La problemática familiar, Goldbaum la expone en la Asamblea gobernada por el correísmo. Fue recibida en comisión general para emitir una serie de epítetos en contra de su exesposo, a quien acusó de instrumentalizar a su hija para causarle “dolor” y mantenerla “en constante estado de zozobra”.
Ella informó a la Asamblea que se separó del expresidente cuando tenía seis meses de embarazo, luego aseguró que las solicitudes de visitas domiciliarias a la hija que tienen en común era un “pretexto” para “acosarla emocionalmente”. Durante su alocución, de 15 minutos, mezcló los varopalos de los procesos judiciales que buscaban regular tanto el régimen de visitas como las pensiones alimenticias, con los casos Purga, Plaga y Metástasis.
Goldbaum, el apellido recurrente en época pre electoral, refleja que en la política ecuatoriana no hay límites ni escrúpulos. No importa nada, ni siquiera revictimizar una menor de edad. Lo importante es el fin: hacer un escándalo de una demanda de alimentos para desprestigiar a un adversario político.
El correísmo quiere llegar a Carondelet pisoteando, incluso, el derecho superior del niño, no les importa, y en medio está una madre que deja que su hija sea utilizada de esa manera.
