OPINIóN

Editorial: Cada quién decide de qué lado de la historia estar




El presidente, Daniel Noboa, tomó una decisión dura, difícil, radical, pero necesaria: logró una alianza internacional para combatir con rigor, energía, fuerza y determinación al narcoterrorismo. Sí, el acuerdo alcanzado con Blackwater es para pacificar al país. Enfrente están aquellos que descabezan personas, hacen volar edificios, desaparecen embarcaciones enteras con pescaderos adentro. Para combatir a estos delincuentes se requiere estrategia, tecnología, con fortaleza, sin dilaciones, independencia, pero, sobre todo, experiencia. Por eso, el primer mandatario recurrió al controversial Erik Prince. Cada quién decide de qué lado de la historia estar. De un lado están quienes ven con optimismo esta decisión, aquellos que están cansados de recibir llamadas extorsivas, o de escuchar a media noche estruendos a causa de las explosiones en distintos lugares, o de revisar su celular y hallar en redes sociales infaustas noticias de hallazgos de cuerpos desmembrados.

Y de otro lado asoman aquellos que siempre consideraron que los perpetradores de estos atroces crímenes tienen derechos que no deben ser vulnerados. Pobrecitos los descuartizadores de personas, los van a tratar mal con la llegada de los “mercenarios”, como los han tildado de forma despectiva. Usted sabrá decidir de qué lado de la historia situarse. Lo cierto es que el gobierno tomó una decisión. Nadie dijo que iba a ser fácil encarar esta guerra contra el crimen organizado, pero se deben tomar medidas y el presidente Noboa lo hace. Habrá críticas, pero todos saben de dónde provienen los cuestionamientos: de aquellos que están enojados porque abolieron la tabla de consumo de drogas, esos mismos que cuando entraban a las cárceles eran recibidos con aplausos por parte de los delincuentes. Ellos hoy no quieren que combatan al crimen organizado. Lo hacen público, no les da vergüenza reconocer que para ellos son más importantes los derechos de los victimarios antes que los de las víctimas. Pero en cambio, quienes han escuchado las voces de estos mozalbetes cuando reciben amenazas, extorsiones y chantajes. Aquellos que han visto el rostro de estos delincuentes, cuando revisan las cámaras de videovigilancia y notan cómo efectúan sus ataques terroristas, los ciudadanos que han perdido a un familiar en manos de estos criminales, ellos, nuestros hermanos ecuatorianos, tienen claro de qué lado de la historia están.