OPINIóN

Entre la abundancia y la carencia


John Campuzano

América del Sur es una de las regiones más ricas en recursos naturales del mundo. Petróleo, gas, cobre y litio representan una oportunidad para reducir la pobreza y generar desarrollo. Sin embargo, la influencia de movimientos indígenas, ambientalistas y sectores políticos de la izquierda ha impedido la explotación eficiente de estos recursos no renovables, mientras millones de personas enfrentan precariedad económica. El argumento es recurrente: la riqueza queda en manos de transnacionales y el neoliberalismo es el gran beneficiado. Ecuador ejemplifica esta contradicción. Con una economía aún muy dependiente del petróleo, la decisión electoral de 2023 de mantener el crudo del Bloque 43-ITT en el Yasuní obliga al país a prescindir de ingresos fiscales. Si bien es cierto que Ecuador deberá transitar hacia una economía menos dependiente del petróleo, sin una alternativa viable a mediano plazo, aprovechar estos recursos junto con la minería, sigue siendo necesario para financiar salud, educación e infraestructura básica, peor en épocas de crisis. Argentina, con una de las mayores reservas de litio del mundo, enfrenta obstáculos similares. Protestas y regulaciones han limitado su desarrollo durante dos décadas, incluso en el campo petrolero y gasífero. Mientras países como Australia con el 47% de la producción mundial de litio, han convertido este recurso en una fuente estratégica de crecimiento con métodos de extracción de bajo impacto ambiental. En Colombia, la decisión de restringir la exploración petrolera en favor de una transición energética genera incertidumbre. A pesar del discurso oficial, el país sigue dependiendo de los ingresos petroleros para sostener el gasto público. Petro no muestra una estrategia hacia la mentada transición energética y se va más en discursos que cosas concretas. Bolivia, referente en la exportación de gas, ha visto disminuir su producción por falta de inversiones. Paradójicamente, en este país las comunidades indígenas respaldan la explotación minera, a diferencia de Ecuador, donde la oposición indígena ha sido determinante en la restricción de actividades extractivas. El debate no puede limitarse a elegir entre explotación descontrolada o prohibición absoluta. Existen modelos que han logrado equilibrio entre aprovechamiento responsable y sostenibilidad. América del Sur no puede darse el lujo de mantener su riqueza bajo tierra mientras millones siguen en pobreza extrema.