OPINIóN

Editorial: Violencia en campaña




Conforme se acercan las elecciones, aumenta la violencia en los territorios cercanos a los puertos de exportación del país. Existen amplias investigaciones en México y Colombia sobre esta temática, pues esos países sufren similar fenómeno desde hace mucho antes: año electoral, año de violencia sin precedentes. Y las razones pueden ser múltiples. En esos países, hay estudios que enfatizan las posibles causas que van desde los casos en que los criminales intimidan candidatos en función de sus propios intereses, hasta llegar a tener acuerdos directos con los postulantes para que cuando lleguen al poder encaminen la pax narca.

En México y Colombia, hay estudios que revelan que organizaciones criminales intervienen en estos procesos como “maquinarias electorales” que venden su apoyo a algún candidato, ya sea con recursos, movilización de votantes o mediante agresiones en contra de los otros candidatos o sus simpatizantes. Este segundo caso suele implicar un involucramiento más hondo del crimen en la vida política y constituye una variante de un servicio característico de las mafias: la protección en contra de la competencia, que se ofrece lo mismo para negocios y organizaciones gremiales que para candidatos y partidos políticos.

Resulta que hechos ya ocurridos en esos países son similares a los que observamos en la actualidad en el Ecuador: un año electoral marcado por la violencia. Entonces, no es descabellado colegir de dónde provienen estos atentados terroristas que generan zozobra y que en la actualidad arrebatan la tranquilidad de los ecuatorianos.

Hoy, estas bandas necesitan financiar su guerra contra el gobierno. ¿Quién se beneficia con esta guerra en la víspera de una elección? Ni la Fiscalía, ni la Policía, ni los operadores de justicia han podido informar con precisión las implicaciones de este cruento enfrentamiento entre bandas y su relación con el proceso político del país. Ni lo confirman ni los descartan.

Los actores políticos lo visibilizan, sin embargo, en medio están los ciudadanos, quienes demandan de paz, no obstante, al menos en Machala, las familias siguen sin poder conciliar el sueño, pues cada noche, las detonaciones alteran la salud mental de los habitantes de esta ciudad. Es momento de que los políticos dejen a un lado la diatriba propia de la campaña y piensen en los ecuatorianos.