
En esta campaña los eufemismos están a la orden del día y, aunque, no llegan a ser mentiras, los candidatos adornan hechos con sus palabras para tratar de convencer a los electores sin visibilizar con claridad lo que en realidad pretenden para el país.
Daniel Noboa dijo que no le cobrará impuestos a las empresas vinculadas al Grupo Noboa, porque quien debe hacerlo es el Servicio de Rentas Internas sobre la base de un estudio certero en torno a la deuda real que existe, pues aduce que su familia sufrió persecución; Luisa González, de su lado, afirma que no indultará ni concederá salvoconducto a Jorge Glas.
Los chats del caso Liga2 revelan que, en efecto, el correísmo no quiere indultar a sus prófugos o procesados, sino, interferir en la designación de vocales del Consejo de la Judicatura para que sus aliados integren ese organismo encargado de llevar adelante el proceso de selección de nuevos jueces y, de esa manera, situar operadores de justicia a su medida, con los cuales proceder a activar los recursos de revisión de las sentencias de los casos en que su militancia recibió las condenas correspondientes para declararlos inocentes. Es verdad, no quieren indultarlos ni perdonarlos. Quieren posicionar en hechos tangibles que son “perseguidos políticos” y no corruptos, como en realidad han sido identificados por la justicia nacional e internacional.
El principal cuestionamiento, en cambio, de los correístas hacia el presidente Daniel Noboa, tiene que ver con la eficiencia del Plan Fénix, del cual el primer mandatario señaló en reiteradas ocasiones que ya entra en su siguiente fase. Es decir, luego de las acciones del bloque de seguridad, es el momento de buscar ayuda, porque el Ecuador no puede enfrentar solo a las mafias transnacionales. Por eso, trascendió que la próxima semana estará ya en el país Blackwater, para la estrategia contra el narcoterrorismo. En paralelo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump recibirá a Daniel Noboa, de forma oficial, luego de las elecciones, a fin de llegar a entendimientos en materia de seguridad. Los políticos deben ser claros con sus mensajes y los ciudadanos críticos con lo que reciben. No se trata de ser fanáticos de una u otra postura, sino de exigir lo mejor para cada una de nuestras familias.
