OPINIóN

Editorial: Encuestas


Hoy es el último día que los medios de comunicación pueden revelar estudios de opinión de preferencias electorales de cara a la segunda vuelta presidencial. Las encuestas visibilizadas hasta ahora, al menos de las que se han hecho públicas, tienen una particularidad en común: Ninguna coincide.

Hoy es el último día que los medios de comunicación pueden revelar estudios de opinión de preferencias electorales de cara a la segunda vuelta presidencial. Las encuestas visibilizadas hasta ahora, al menos de las que se han hecho públicas, tienen una particularidad en común: Ninguna coincide.

Bajo esa premisa, el panorama presidencial aún es incierto. Las encuestadoras exhiben que más amplio es el número de indecisos que la diferencia entre una u otra opción para ocupar el sillón de Carondelet. Es decir, es probable que un grupo de importante de electores decidan por quién votar recién el mismo día del sufragio.

Si bien es cierto, las encuestadoras, al presentar los resultados de sus estudios de opinión, exhiben una fotografía de la intención del voto de los ecuatorianos, al momento de aplicada la encuesta, también es real que en nuestro país nos hemos caracterizados por tener electores volátiles que pueden cambiar de parecer de un momento a otro, dependiendo de las circunstancias propias que atraviesen al momento de decidir en las urnas.

Por esa razón, los aspirantes tienen 10 días finales para intentar convencer a los indecisos, para el efecto, más allá de refrendar a sus coidearios con narrativas propias de la campaña, es momento de tratar de entender qué es lo que esperan aquellos ecuatorianos indecisos y que todavía no atinan a manifestarse de manera firme por una u otra opción. Cuáles son esas expectativas de un nuevo gobernante, o qué es lo que impide que se decidan por tal o cual opción.

Si los candidatos logran conectarse con los indecisos, tendrán ganada la partida. Y esa conexión no necesariamente debe implicar una oferta electoral o un discurso de campaña. Puede ser un gesto, una expresión o incluso algún tipo de incorporación neurolingüística.

Luisa González utilizó gafas blancas en una oportunidad, lentes en otra, pero en ambos casos no logró esa conexión que anheló.

Daniel Noboa, de su lado, veremos qué puede añadir a su imagen. Ya intentó sonreír, pese a que no es su fortaleza. Quizá el Noboa de mayor éxito fue el menos acartonado, pues el rol de mandatario más bien le generó un desgaste agresivo.

Por esa razón, más que de alguna oferta extraordinaria o de un golpe certero contra el adversario, estos últimos 10 días son el espacio que los candidatos deben aprovechar para conectar con quienes todavía no se han decidido por ellos.