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‘Trabajaré hasta que Dios me dé fuerzas’, dice Francisco Rodríguez, a sus 78 años


HUAQUILLAS. Francisco inicia a las 08:00 su jornada de trabajo en la venta de maduros asados, en la Av. La República. Foto de Carlos Gavilanes Calero

Todos los días a las 08:00, a pesar que vive solo, inicia su jornada de trabajo en la venta de maduros asados, un negocio que ha permitido llevar una vida escasa de oportunidades. A sus 78 años seguirá trabajando contrariamente a las dolencias propias de la edad.

Oriundo del cantón Célica, provincia de Loja. Se radicó en Huaquillas 60 años atrás. Salió de su tierra natal a la edad de 12 años. Aún niño experimentó su fuerza juvenil en bananeras ubicadas en los cantones de Machala y Santa Rosa, “a tirar machete, una labor dura en el campo, pero me valió para comenzar a fortalecer mi flaco cuerpo”, comenta Francisco.

En busca de

mejores días

Cuando cumplió 15 años decidió llegar hasta la entonces parroquia Huaquillas, sector fronterizo que ofrecía mejores oportunidades de negocio y comercio. Con el paso de los años contrajo matrimonio con doña Rosa Rodríguez, con quien tuvo cuatro hijos, dos de ellos fallecidos.

Con su esposa decidieron emprender en la venta de comida preparada.

Emprendimientos

“Este negocio muy esforzado comenzó a no producir el día a día y preferimos cerrar y dedicarnos a vender plátano verde, la venta de plátano también nos fue mal. Pero le apostamos a la venta de maduro asado y hasta hoy sigo con la venta “hasta que Dios me dé fuerzas seguiré trabajando. No tengo lugar fijo para ofrecer el maduro asado. Me ubico donde hay un lugar desocupado”, dijo Francisco.

Maduro asado

Con una gorra color blanco y sentado, a veces, en banco de plástico pasa en las calles de la ciudad de Huaquillas, José Francisco Rodríguez, de 78 años de edad, vendiendo maduro asado acompañado de una pequeña guarnición de queso molido.

Esa actividad la ha realizado toda su vida. Para ello, todos los días a las 09:00 comienza y regresa a su domicilio a las 18:00. Los clientes lo estiman mucho porque se gana la vida dignamente a pesar de su edad.

José Francisco, con ese tipo de actividad, costeó los gastos de crianza de sus cuatro hijos que, como dijo dos son fallecidos, ahora los que viven son mayores de edad. Con la venta de esos productos se gana la vida, a pesar de que dijo que hay días que las ventas son bajas.

Dificultades

de salud

“Este negocio a muchos les parecerá fácil, pero no es así, porque tengo que esperar a que me lleguen los clientes que en su mayoría son gente común, del diario vivir de la ciudad fronteriza”, manifestó Francisco.

Un tanto cansado y afectado, comentó a Diario Correo que todos los días se prepara para salir a trabajar, lo hace con mucho esfuerzo porque padece de una hernia en la espalda y dolor de los huesos. “El bono que me da el Gobierno es mi salvación. Tengo un hermano que vende piña por la ciudad, él también vive de su trabajito”, comenta el septuagenario.

Proporcionó gracias a Dios porque, a pesar de su edad, lo tiene con energías y fuerzas para seguir trabajando. “Estoy tranquilo en el lugar donde me ubico porque nadie me molesta y me dejan trabajar”, refirió el casi octogenario hombre.

Hijos y esposa

José Francisco, con mucha nostalgia, narra que tuvo que resignarse a la prematura partida de sus dos hijos, luego la de su amada Rosa. Hoy en día solo y con mucho esfuerzo, trata de conseguir el sustento diario. Reside en la ciudadela 18 de Noviembre. Cada maduro asado lo vende a 0,50. Un racimo de plátano maduro lo consigue hasta en $8,00. Las lluvias han alejado a sus clientes y ha afectado su negocio. Dijo que, por el bien del país, este 13 de abril, el Ecuador debe optar por la mejor opción.

Recordó que su mamá le comentó que pasaron vicisitudes durante su crianza, a pesar de que siempre estuvo pendiente y trabajando para darles lo poco que podía conseguir.

Por la falta de recursos económicos de sus padres no pudo tener una mejor formación educativa.