La reciente difusión de una serie de extractos de audios que la Fiscalía los atribuye a Augusto Verduga, dejan en evidencia no solo la necesidad del correísmo no solo para quedarse con la Superintendencia de Bancos.

La reciente difusión de una serie de extractos de audios que la Fiscalía los atribuye a Augusto Verduga, dejan en evidencia no solo la necesidad del correísmo no solo para quedarse con la Superintendencia de Bancos, sino también con la Contraloría y su alfil era Juan Falconí Puig. Y aunque el señalado Verduga dice que se trata de una farsa, lo real es que la Fiscalía investiga los aparentes delitos que se desprenden de las aseveraciones. En medio, una sociedad estupefacta, pues los hechos dejan claro el grado de descomposición social en el que han incurrido con tal de cooptar los órganos de control.
Es momento de que los ecuatorianos tengamos mayor vigilancia sobre el aparato público, quizá y podremos detectar a tiempo no solo aparentes indicios de irregularidades, sino, también, nexos entre quienes integran los diferentes organismos, aún cuando deba prevalecer la independencia de funciones.
El caso Ligados pone en evidencia que en el correísmo no hay escrúpulos de ninguna naturaleza, pues sin desparpajo sitúan a sus militantes en simultáneo para que participen en los diferentes concursos y así captar los órganos de control, mientras buscan neutralizar a los contendores o adversarios, desde otras instituciones, como el Consejo de la Judicatura, la Asamblea Nacional o el propio Consejo de Participación Ciudadana y Control Social.
Los problemas son tan graves que ponen en evidencia por qué 60 autoridades de control se mantienen en funciones prorrogadas. La respuesta es sencilla: no harán los concursos hasta tener las certezas que sus alfiles sean los ganadores. Hubo un audio en el que Verduga dice sospechar que, a Juan Falconí Puig, exaspirante a Contralor General del Estado, le dieron respondiendo las preguntas.
Lo patético de todo esto es que las voces afines al correísmo que generan opinión pública cuestionan el momento en el que salen a la luz estos hallazgos. En realidad, esos audios nunca debieron existir y esa debe ser la principal razón de cuestionamiento. Claro, también hay que visibilizar la extraña, pero recurrente coincidencia de los tiempos de la justicia con los momentos políticos del país. No obstante, gracias a esa coincidencia, el Ecuador no solo se ha hecho justicia, sino que además, al ver lo que ocurre le ha permitido a los ciudadanos mantener la democracia.
