Alcides Espinoza Ramírez

El título de hoy corresponde al libro de igual denominación escrito por Annie Marquier (1940-nacida EN Francia y residente en Quebec), cuya esencia radica en la enseñanza de asumir las responsabilidades de nuestro propio viaje de vida, marcando la diferencia entre una especie de pubertad eterna y el privilegio de la madurez, potenciando objetividad, rigor del pensamiento, reflexión y discernimiento.
La ilustre maestra, escritora y conferenciante Annie Marquier inquiere con aguda perspicacia: “¿Es posible considerarnos víctimas si nos volvemos conscientes de que siempre hemos sido creadores de nuestro viaje?”. Esa pregunta podemos trasladarla a 13‘742.533 ecuatorianos incluidos en el padrón electoral para las elecciones de este domingo 13 de abril de 2025; y por qué no, a toda la población, calculada al pasado jueves, por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. (https://countrymeters.info/es/Ecuador).
En efecto, Ecuador y sus instituciones se construyen con lo que pensamos, sentimos, hacemos, queremos, no hacemos o no queremos u odiamos en el transcurso de la existencia, sobre la base de sucesivas decisiones y aclarando que los comportamientos y actitudes de ser indiferentes, agresores, mentirosos, evasores o corruptos, también surgen de las decisiones.
Empero, el fantasma de la “pubertad eterna” parece haber bloqueado la responsabilidad de nuestras acciones, sobre todo, cuando frente a las crisis forjadas, ingobernabilidad, errores y horrores de mandatarios, a compromisos incumplidos y al cúmulo de inequidades, nos declaramos en víctimas y bajo ninguna razón aceptamos que compartimos culpas insertas en elecciones emotivas o alienantes, ausentismo, votar nulo y blanco, oposición denigrante; descarte de la participación democrática, organización social y al análisis y oferta de planteamientos fundamentados.
Ojalá esta fecha especial, cobijada en el homenaje al Dia del Maestro y fortalecida con la espiritualidad del Domingo de Ramos, la madurez aflore y dejemos huellas del mayor porcentaje posible de participación espontánea y reflexiva. Luego, que las acciones de gobernanza generen legitimidad y que no surjan barreras letales de vedadas practicas políticas.
