John Campuzano Vásquez

Tras la victoria de Daniel Noboa en la segunda vuelta presidencial del 13 de abril de 2025, Ecuador espera del presidente electo decisiones estratégicas para garantizar la estabilidad fiscal, atraer inversión, generar empleo y aumentar la seguridad ciudadana, el orden puede ser distinto. El país acumula una deuda pública de aproximadamente USD 82.940 millones, de los cuales USD 48.360 millones corresponden a deuda externa, un peso para asustarse. Entre 2026 y 2029, el país deberá desembolsar más de USD 16.000 millones en pagos de deuda externa, lo que representa el 34% del total. Solo en 2025, se estima un pago de USD 8.877 millones en intereses y amortizaciones de deuda externa e interna, valor que creo deberá ajustarse a la baja si se logra refinanciar.
Por lo tanto, la reestructuración de pasivos es urgente con los multilaterales. Otro aspecto pendiente es la IED que históricamente es baja, menos del 0,5% del PIB en 2023. Planes existen para traerla, pero eso dependerá de la capacidad del mandatario para vencer las clásicas oposiciones de los agentes de la extrema izquierda y del sindicalismo radical.
La dolarización, debe ser fortalecida y para ello es crucial robustecer la institucionalidad tributaria, mejorando recaudaciones y eliminando leyes e impuestos que atentan con la producción y el empleo. En el campo externo, el país espera que la amistad de Noboa con el presidente estadounidense Donald Trump abra nuevas puertas para acuerdos bilaterales que fomenten la inversión y el comercio. Sin embargo, es esencial diversificar las relaciones internacionales, fortaleciendo las existentes con la creación de equipos de expertos en vender nuevos productos agrícolas del país, como la pitahaya y el aguacate por dar dos ejemplos.
Además, el gobierno de Daniel Noboa tiene la oportunidad de implementar políticas que impulsen el crecimiento económico sostenible, gracias a un mandato que le confiere también en la asamblea nacional un buen número de representantes. La combinación de una gestión responsable en la creación de leyes, en la atracción de inversión extranjera, en la defensa de la dolarización y en relaciones internacionales estratégicas será clave para transformar al Ecuador. Lo bueno es que seguimos alejados del socialismo del Siglo XXI.
