OPINIóN

Editorial: Puerto Bolívar


Durante el reciente feriado de Semana Santa, Puerto Bolívar ofreció una imagen distinta a la que ha dominado los titulares durante los últimos años.

Durante el reciente feriado de Semana Santa, Puerto Bolívar ofreció una imagen distinta a la que ha dominado los titulares durante los últimos años. Decenas de familias se dieron cita en su malecón —aún en construcción— para caminar, compartir y, sobre todo, reencontrarse con ese espacio público que por años ha sido promesa y ahora empieza a volverse realidad. La presencia de familias en el malecón quizás sea una señal de esperanza que ha tenido la parroquia porteña en mucho tiempo.

Las imágenes de padres con sus hijos, parejas tomándose selfies y comerciantes ofreciendo sus productos frente al malecón contrastan con los oscuros días de violencia e incertidumbre que se ha venido viviendo. Hace casi dos años, Puerto Bolívar ha sido escenario de una lucha sangrienta entre bandas criminales, con balaceras, explosiones, desplazamientos forzados y una parroquia paralizada por el miedo. El turismo se esfumó, el comercio agonizaba, e incluso muchos niños dejaron de asistir a clases por temor a la violencia. Sin embargo, la presencia permanente de policías, al menos en este feriado, ha devuelto una relativa tranquilidad, permitiendo la reactivación progresiva de la economía y el turismo en el malecón. La semana pasada, el alcalde Darío Macas anunció que la primera etapa del malecón —una de las obras más emblemáticas de su administración— podría entregarse en julio, como parte de las festividades locales. Además, la entrega de la iglesia del Templo Faro, acompañada de una misa de conciliación, refleja un enfoque más humano: una inauguración que no solo celebre cemento y adoquines, sino también la fe y la unión del pueblo porteño.

Puerto Bolívar merece más que promesas; merece acciones sostenidas, vigilancia continua —que en el feriado se la vio— y un compromiso real con el bienestar de su gente. El feriado de Semana Santa mostró que, a pesar del miedo que aún tiene la gente de acudir a esta hermosa parroquia porteña, no se ha perdido la esperanza. Es momento de que el comercio vuelva a apostar por Puerto Bolívar. Las familias que se vieron durante los días del feriado y los carros que nuevamente daban vueltas en un tramo del malecón que está medio terminado, generaban comentarios de esperanza: este año, el puerto se recuperará.