OPINIóN

La muerte del papa Francisco


El mundo católico perdió a su papa, Francisco, sin embargo, el planeta entero vio partir al líder espiritual más influyente del planeta, Jorge Mario Bergoglio, quien a los 88 años dejó de existir, pero deja en este mundo un legado que nos invita a reflexionar.

El mundo católico perdió a su papa, Francisco, sin embargo, el planeta entero vio partir al líder espiritual más influyente del planeta, Jorge Mario Bergoglio, quien a los 88 años dejó de existir, pero deja en este mundo un legado que nos invita a reflexionar.

Francisco llevó adelante una vida marcada por el sufrimiento. De hecho, ofreció al Creador ese sufrimiento como ofrenda para que el planeta alcance la paz. Sus últimos años de vida estuvieron marcados por el dolor, por los constantes quebrantos en su salud, en especial, aquellos de índole respiratorio, incluso caídas, pero su fe se mantuvo intacta, tal como consta en su testamento, suscrito hace tres años.

De forma permanente anheló la paz, pero dejó claro que, para lograrlo, es necesario que humanidad tenga fe, que se llene de bondad y amor, para ser capaces de perdonar y sentir compasión por los demás, generar empatía en ellos, sobre todo, las oraciones de quienes anhelan un mundo mejor. 

Y es quizá lo que nos falta a todos hoy: más amor, compasión, empatía y piedad hacia el prójimo. Nos falta tolerancia para respetar la opinión distinta, al igual que entender desde la visión del prójimo las consecuencias de un mundo desigual, lleno de inequidades que se traducen también en violencia. Dejar de lado antivalores como la ambición o el egoísmo y dar paso más bien a la posibilidad de compartir con nuestros semejantes, evitar rencores que no nos conducen a nada y en medio de nuestras diferencias, aceptarnos, tolerarnos y más bien encontrar coincidencias para construir un mundo mejor para las nuevas generaciones. Sembrar en nuestros hijos la bondad, al igual que otros hábitos como el compartir con los demás, desprendernos de lo material para ayudar a quienes menos tienen y de esa manera cultivar nuestras almas.

En Ecuador, afrontamos difíciles momentos con un país dividido por ideologías, con afinidades políticas que dejan rencillas pues no hemos tenido a los mejores líderes políticos, quienes más bien han sembrado odios insanos, y demás pensamientos negativos en lugar de buscar la unidad de este pueblo que ha sufrido tanto. Es la oportunidad de observar el legado que nos deja Francisco que es la misericordia, el perdón y el amor.