
En la ruta que une Naranjal con Machala, una arteria vital para el comercio, la producción agrícola y la movilidad en la región sur del país, dos puntos se han convertido en sinónimo de frustración y pérdida de tiempo: el cantón Camilo Ponce Enríquez y el sector del expontazgo en El Guabo. En estos tramos, la carretera se transforma en un embudo que atrapa a miles de vehículos al día, generando congestión, contaminación, desgaste mecánico y, sobre todo, un innecesario retraso de entre 30 y 45 minutos. Lo que debería ser una vía expedita entre dos provincias productivas, se convierte en una trampa vial que resta competitividad, calidad de vida y eficiencia al transporte.
La falta de pasos laterales en estos sectores no es un problema nuevo. Es una deuda que se ha postergado con excusas técnicas, presupuestarias y administrativas. Pero los orenses no podemos ni debemos seguir permitiendo que esta obra quede relegada mientras la economía regional sufre las consecuencias. La urgencia de construir pasos laterales en Ponce Enríquez y El Guabo es tan evidente como inaplazable.
Estamos hablando de territorios con alto tráfico pesado, zonas de paso obligado para productos agrícolas, bananeros, camarones, minerales y más. La congestión no solo afecta a los transportistas: impacta a comerciantes, familias, trabajadores y turistas. La falta de fluidez atenta contra la productividad de una provincia que aporta con fuerza al PIB nacional. Además, los riesgos de accidentes aumentan en estos sectores colapsados, donde peatones, ciclistas y vehículos compiten por espacio.
La planificación vial no puede seguir ignorando esta realidad. El Ministerio de Transporte y Obras Públicas debe declarar esta obra como prioritaria e inyectar los recursos necesarios. Los gobiernos locales y los actores sociales deben unirse en un solo clamor: el paso lateral no es un lujo, es una urgencia.
Ponce Enríquez y El Guabo merecen vías modernas, funcionales y seguras. No más dilaciones. Es tiempo de actuar con decisión.
