Machala, la capital de la provincia de El Oro, atraviesa una de las crisis de seguridad más graves de su historia, pues, solo en el mes de abril de 2025, se registraron 19 muertes violentas.

Machala, la capital de la provincia de El Oro, atraviesa una de las crisis de seguridad más graves de su historia, pues, solo en el mes de abril de 2025, se registraron 19 muertes violentas.
En apenas una década, esta ciudad costera del sur del Ecuador ha pasado de ser un referente de actividad agrícola y comercial a figurar entre las ciudades más peligrosas del mundo.
El informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal de México, que publica anualmente un ranking global, ubicaba a Machala en el séptimo lugar entre las 50 urbes más violentas del planeta, superando incluso a Guayaquil y al centro de Manabí.
Las estadísticas del Ministerio del Interior revelan que los homicidios intencionales en Machala se han incrementado en un 800% en la última década. En 2014 se registraron 27 asesinatos; en 2024, la cifra escaló a 243 casos. Esto representa una tasa de 87,5 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, muy por encima de los estándares internacionales de alerta.
“Machala era una ciudad tranquila. Tenía su dinamismo comercial, podías salir en la noche sin temor. Ahora ya no es así. He tenido que pedirle a mi familia que no venga a visitarme por la inseguridad”, cuenta con resignación Emma V., una residente de 47 años, quien tiene un local comercial en el centro de Machala.
Asegura que los locales que están en el centro han sido tomada por el grupo criminal Los Lobos, que cobra extorsiones a cualquier persona ajena que transite por el sector, incluso locales han sido baleados.
Los ciudadanos han sido testigos de crímenes brutales cometidos a plena luz del día y en lugares públicos. Uno de los casos más recordados ocurrió el 4 de diciembre de 2024, cuando tres personas fueron asesinadas en una mecánica y una cuarta quedó gravemente herida.
Días después, una cabeza humana fue hallada dentro de una funda plástica frente a las oficinas de la Autoridad Portuaria de Puerto Bolívar.
El 20 de enero de 2025, un sicario ingresó a un restaurante chino y acribilló a tres jóvenes en pleno centro de la ciudad.
Enero de 2025 fue particularmente violento para el país. Se registraron 750 muertes violentas a nivel nacional, de las cuales 64 ocurrieron en la provincia de El Oro. Machala concentró casi la mitad, con 31 homicidios, distribuidos en sectores como Puerto Bolívar, el circuito 9 de Mayo y la zona de La Cuatro Mil.
UBICACIÓN ESTRATÉGICA
Expertos en seguridad aseguran que la ubicación estratégica de Machala es uno de los principales factores que explican esta ola de violencia.
“Es una ciudad clave para el crimen organizado, especialmente para el narcotráfico internacional”, afirma Wilson Torres, exjefe policial en varias provincias y analista en temas de seguridad.
“Puerto Bolívar es uno de los principales puertos de salida de la droga que va hacia Europa, junto con los del Guayas”, añade.
A esta visión se suma la de Valeria Romero, investigadora del Observatorio de Seguridad, Crimen y Defensa de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo. Para ella, la inclusión de Machala en el ranking de las ciudades más violentas era predecible.
“Ya estaba entre las ciudades con mayores niveles de homicidios. La tendencia ha sido constante y creciente en los últimos años”, sostiene.
Ambos coinciden en que el narcotráfico encuentra en Machala un punto geográfico ideal: está muy cerca de la frontera con Perú, el segundo mayor productor mundial de cocaína, después de Colombia. Esta cercanía facilita el ingreso de droga, pero también de armas y combustible, elementos clave para las operaciones del crimen organizado.
TIEMPOS DE COVID
Durante la pandemia de COVID-19, Machala se convirtió en territorio en disputa entre bandas como Los Choneros y Los Lobos, especialmente tras el asesinato de Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña”, líder de Los Choneros, en diciembre de 2020.
La falta de empleo, el deterioro económico y la ausencia de presencia estatal sólida contribuyeron a que muchos jóvenes vieran en el sicariato o la extorsión una vía rápida de ingresos.
Renato Rivera, experto en crimen organizado y exdirector del Observatorio de Crimen Organizado, destaca otro factor preocupante: el auge del comercio portuario en Puerto Bolívar.
“A medida que aumentaron los movimientos de carga y la salida de contenedores, también creció el interés de los grupos criminales por controlar esa logística. No es coincidencia que la violencia haya escalado justo cuando el puerto ganó dinamismo”, explica.
Además, Rivera menciona la fragmentación de bandas como Los Lobos y la competencia con Los Choneros por el control de las rutas del narcotráfico y ahora también de la minería ilegal.
“Los carteles mexicanos, como el de Sinaloa o el Jalisco Nueva Generación, financian a grupos locales en Machala para asegurar su cadena de distribución. Es una red internacional”, señala.
CONTRABANDO
Otro punto crítico es el contrabando en Huaquillas, ciudad fronteriza por donde se ha detectado el paso irregular de mercancía, combustible y armamento.
En septiembre del año pasado, las Fuerzas Armadas interceptaron dos camiones en una gasolinera con 31.600 galones de combustible, lo que dejó al descubierto una operación de gran escala. En ese operativo se detuvo a cinco personas.
“La violencia no es sólo por el narcotráfico, también es un mecanismo que utilizan las mafias para controlar los mercados del contrabando internacional”, insiste Wilson Torres. Y advierte que las armas que alimentan a estas bandas suelen ingresar por Perú, creando un corredor de tráfico que fortalece la capacidad bélica de estas organizaciones.
Aunque el gobierno ha anunciado la instalación de bases militares en zonas críticas de El Oro, como parte del plan de seguridad del presidente Daniel Noboa, los expertos consideran que esta medida es insuficiente.
“Las Fuerzas Armadas están entrenadas para la guerra, no para conflictos urbanos. Su presencia puede disuadir momentáneamente, pero no soluciona las causas estructurales de la violencia”, explica Romero.
Rivera también advierte que ya existen bases militares en la frontera y que lo que el país realmente necesita es inteligencia internacional.
“El crimen organizado funciona con redes de financiamiento globales. Necesitamos cooperación, intercambio de información y tecnología. Las Fuerzas Armadas no tienen ese rol ni esa capacidad”, puntualiza.
