OPINIóN

Lo más duro de la pandemia


Rosalía Arteaga Serrano

Sabemos lo difícil que es calificar en términos de mayor o menor incidencia o dureza lo que ha ocurrido durante la Pandemia del Covid19, y es que las calamidades no vienen solas: junto a la pérdida de las vidas humanas, la enfermedad, han venido también los quebrantos económicos, la pérdida de trabajos y un largo etcétera en diferentes áreas.

Pero lo que no se dice es que probablemente la mayor pérdida tenga que ver con los déficits que ya presenta el sector educativo, con la falta de asistencia a clases de niños y jóvenes.

Agencias internacionales como la UNICEF, nos dan datos y estadísticas pavorosas, como el hecho de que el cierre de las escuelas o su apertura parcial han perjudicado a millones de estudiantes, se ha constatado que la mayor parte de ellos no tienen acceso a internet y tampoco a teléfonos inteligentes.

Estas circunstancias hacen que las pérdidas sean enormes y que acumuladas nos lleven a lamentar que la brecha será insalvable, más niños y jóvenes sin capacidad de educarse y por lo tanto de mejorar su calidad de vida.

Si a esto se suman los indicadores en desnutrición infantil, la falta de empleo, la angustia y el estrés que surgen como consecuencia de los enunciados anteriores, nos encontramos ante un futuro de tan negativo que seguramente incidirá en lo que ocurra en nuestro país en las próximas décadas.

El retroceso en temas de alfabetización es evidente, por la deserción, pero sobre todo la calidad de la educación se ha visto tremendamente afectada y no se hace lo suficiente como para llenar las brechas y recuperar el tiempo perdido.