Todo apunta a que al menos Machala ya se convirtió en un santuario del crimen organizado, es decir, un territorio en el que la Policía Nacional y las autoridades perdieron el control y el orden, pues las mafias son las que determinan las normas que rigen a la población.

Todo apunta a que al menos Machala ya se convirtió en un santuario del crimen organizado, es decir, un territorio en el que la Policía Nacional y las autoridades perdieron el control y el orden, pues las mafias son las que determinan las normas que rigen a la población. Los últimos hechos parecen así visibilizarlo. Un circo y una empresa de juegos mecánicos abandonaron la capital orense el último domingo, tras un atentado explosivo perpetrado por vacunadores, luego de que las víctimas se negaron a pagar la elevada cifra solicitada por las mafias. Las explosiones desataron pánico entre inocentes niños que acudieron a disfrutar una noche de sano esparcimiento. En otro caso, un empleado de un local de comida preparada fue asesinado el domingo por vacunadores. Locales de alimentos preparados sufrieron detonaciones en la madrugada del martes por negarse a pagar vacunas. Un abogado fue asesinado anoche al estilo sicariato. Con él, ya son cinco profesionales del Derecho que mueren este año en El Oro bajo esa modalidad.
Es terrible el panorama que vivimos. Porque las amenazas son a diario y los sicariatos van en aumento mientras las autoridades guardan silencio. La Fiscalía no esclarece los hechos. Así ¿cómo podemos esperar que se generen nuevas plazas de empleo?, ¿cómo esperamos que vengan los inversionistas?, ¿cómo pretendemos surgir en esta ciudad? Lo peor es que no existe ni la más mínima esperanza de que cambie el panorama, porque, por ejemplo, la cárcel de Machala sigue situada diagonal al parque más grande que tiene la ciudad, sin inhibidores de señal, sin escáneres, sin controles de ninguna naturaleza. La Policía sigue con las debilidades ya conocidas por todos. La justicia está llena de compromisos, distraída en las pugnas entre la judicatura y los jueces, sin atender las reales necesidades ciudadanas, siendo diligentes solo con sus amigos y la Fiscalía con cada vez más cuestionamientos por el accionar de sus agentes.
Bajo estas circunstancias, ¿qué hacer?, ¿a quién acudir? Tenemos profundos problemas. Nos quitaron hace rato la paz y son cada vez más cercanas las víctimas de la violencia. No hay estamento estatal que funcione a las alturas de la expectativa y las necesidades reales de la colectividad.
