CIUDAD

Los dulces serranos en las fiestas de Machala


Merecen mención especial los vendedores serranos de dulces. Si no llegaban ellos no había fiesta.

“Merecen mención especial los vendedores serranos de dulces. Si no llegaban ellos no había fiesta. Tenían una ubicación especial, generalmente frentE al mercado Central por la calle Nueve de Mayo. Armaban sus barracas y se pasaban venteando los dulces con un palo que tenía en uno de los extremos unos flecos de papel. Vendían bocadillos, huevos faldiqueros, terrones blancos, membrillos, dulces de guayaba, turrondes, natilla. Además, cazuelas, canastas, abanicos grandes y pequeños, trompos, perinolas, ollas de barro, objetos de tagua, molinillos, camas, guitarras pequeñas, esteras, colchas, lámparas de tubo. Atractivo de los niños era el trapecista: un muñero de madera liviana bailando sobre una piola sujeta a una paralela de palos de balsa. Al hacer presión en los extremos inferiores de esos palitos, el trapecista ejecutaba maromas increíbles. Los comerciantes serranos monopolizaron esa venta y, también, la de un pan especial que luego supe se llama pan de Nabón y que lo presentaban atravesado por una piola, al estilo de collar hawaiano, al que denominaban sarta. Los muchachos los preferían para insertarle una buena porción de natilla (manjar de leche). En los días de fiesta (unos cuatro) los panaderos tradicionales de Machala iban a descansar pues ese pan se convertía de obligado uso en los desayunos de todas las familias.

Una clásica aventura de los muchachos de la época era “robar dulces a los serranos”. No lo califiquemos como un acto de pillerría, más vale, una aventura, una oportunoidad de demostrar viveza y causar disgustos al comeciante. Un legítima “muchachada” que tenía respuestas contundentes, y con garrote, de parte de los propietarios perjudicados. Una costumbre muy arraigada en Machgala fue la predisposición de los jefes de familias de ir hasta las barracas de los dulces serranos y comprar por libras esos productos, para, en canasta de mimbre, llevar a la casa y mantener los sabores por varias semanas, porque los mercaderes de la sierra volverían a la ciudad el próximo año”.