Alcides Espinoza Ramírez
La humanidad y sus generaciones, en el transcurso del tiempo, sin lugar a duda, han forjado su desarrollo y bienestar, en función del trabajo, entendido como la utilización de capacidades individuales y colectivas para el mejor aprovechamiento posible de los recursos existentes, así como de aquellos que provengan del conocimiento, la creatividad, el esfuerzo y la productividad, entre otras prácticas saludables de gestión.
También es evidente que donde se haya recurrido a la administración, los resultados desembocan en satisfacción; y, en el caso de los territorios habitados, en características progresivas de identidad, cultura, bienestar integral, visión sostenida del futuro; en definitiva, pruebas elocuentes de progreso.
Luego, sobre la base de los razonamientos insertos, cabe reflexionar en torno a las condiciones en que se desenvuelve la vida en nuestra Provincia y en el ámbito de cada uno de sus catorce cantones. Si bien es cierto que la infraestructura es diferente a la de antaño, que las posibilidades de crecimiento económico se han multiplicado, que la educación ha otorgado suficiencia de profesionales y que los cambios pintan escenarios diversos; pero, qué hay de las costumbres, del dispendio de bienes, de la calidad de los servicios públicos, del comportamiento de los servidores, de la seguridad; y, en general, del orgullo de supervivencia en una organización territorial próspera y bien administrada?
Entonces, consideramos pertinente decir que la administración provincial y cantonal en El Oro, debe producir legitimidad, auténtica transparencia, pruebas de gestión efectiva, ingredientes de sustentabilidad, cumplimiento cabal de los compromisos asumidos, optimización de los recursos. ¿Por qué? Porque los principios del mandato constitucional expresado en el Art. 227 de la Carta Magna, tienen que ser acatados.
Además, las 8 competencias obligatorias del Consejo Provincial y las 14 de los municipios, prescritas en la indicada Ley Suprema, deben reflejarse en productos tangibles.
El reto, por último, no está en apariencias ni en demagogia, sino en administrar con eficiencia, honestidad, pertinencia, objetividad y aprendizaje continuo.