Mientras el Gobierno se frota las manos para aprovechar la emergencia eléctrica para comprar, mediante ese régimen la energía que permita enfrentar el estiaje sin apagones, el presidente, Guillermo Lasso.

Mientras el Gobierno se frota las manos para aprovechar la emergencia eléctrica para comprar, mediante ese régimen la energía que permita enfrentar el estiaje sin apagones, el presidente, Guillermo Lasso, sale a decir con el pecho orondo que la culpa de esta crisis energética es de los gobiernos anteriores. Un eufemismo para repetir que la culpa es de Correa. ¿Hasta cuándo ese argumento trillado? Pasó el tiempo suficiente para corregir los inconvenientes, fortalecer y repotenciar las hidroeléctricas, los generadores de energía y demás medidas, porque este estiaje ya estaba advertido. De hecho, este diario, en agosto de este año informó que los apagones eran inminentes si el gobierno no adoptaba correctivos; y no los adoptó. ¿Por qué? No hay precisiones, pero lo que sí parece claro es que tienen muy presentes las cifras de compra de energía con una declaratoria de emergencia de por medio. Es decir, sin controles rigurosos de Contratación Pública. ¿Quieren llevarse la plata en esos contratos a dedo?
Y racionamiento de energía a causa del estiaje, en este clima infernal en la Costa ecuatoriana, resulta hasta criminal.
No hay quién de respuestas oportunas, como tampoco hay quién se sensibilice con los ciudadanos, en especial, con los más pobres, que no tienen el dinero necesario para adquirir generadores de energía para sus domicilios, o quienes ven afectados sus pequeños emprendimientos como la venta de productos que requieren refrigeración permanente como refrescos o cárnicos. Porque al final del día, ellos son los más vulnerables a las nefastas decisiones del presidente Lasso, a quien, por cierto, parece ni importarle. Por el contrario, parece complacido observar el caos que ocasiona su negligencia, ineptitud y su casi nula empatía con los habitantes de la nación cuya banda presidencial osa portar.
Mientras tanto, los oportunistas políticos no han dudado en intentar meter en el fango al recientemente elegido presidente Daniel Noboa Azín, que todavía no tiene ni siquiera definida la fecha de su posesión por un recurso electoral planteado por un candidato que considera vulnerado sus derechos. En realidad, de quienes sí esperamos respuestas y posiciones claras es de los asambleístas electos, cuyo rol fiscalizador será clave para evitar impunidad.
