El presidente Guillermo Lasso perdió no solo la sensatez y empatía con la ciudadanía, sino también, y, sobre todo, la vergüenza y los escrúpulos.

El presidente Guillermo Lasso perdió no solo la sensatez y empatía con la ciudadanía, sino también, y, sobre todo, la vergüenza y los escrúpulos. En medio de las tinieblas a causa de los apagones, el jefe de Estado decide entregar la mayor condecoración del Estado a su consejero presidencial, Sebastián Corral; y no conforme con ello, suscribe un decreto para restituir la seguridad estatal a expresidentes y exvicepresidentes. Dos autobeneficios en medio de la catástrofe nacional a causa de los racionamientos de energía que ocasionan pérdidas y molestias a todo nivel; en medio de la crisis de inseguridad que continúa en ascenso en nuestra república; y en medio de la incertidumbre de los burócratas y servidores públicos de la nación, a quienes sin desparpajo les dijeron que no hay plata para pagarles el décimo tercer sueldo. Así se marcha Guillermo Lasso Mendoza del poder, y deja un país en ruinas, con desempleo, sin obra pública y sin esperanza.
Ese es el país que encontrará Daniel Noboa en su asunción al poder. Devastado y endeudado. Son USD 8.000 millones de déficit los que tendrá la nación y deberá el nuevo mandatario buscar una salida inmediata, porque, además, cuando llegue al cargo, tendrá al fenómeno de El Niño encima causando estragos.
Por eso, causa indignación saber que en medio de esta catástrofe nacional, los correístas solo piensen en su agenda de impunidad, y chantajeen al nuevo presidente con ello a cambio de gobernabilidad. Esos mezquinos intereses son los que nos tienen ahora sumergidos en la tragedia. Claro, es verdad que dejar huir así a Guillermo Lasso del país, como si nada hubiese pasado, también tiene un aroma a impunidad, cuando en realidad, debería pagar ante la justicia sus errores que han costado desmembraciones de hogares, rotos a causa de la migración, destruidos por la crisis económica y de seguridad campeante en la república. Pero no hay tiempo para lamentaciones ni para búsqueda de culpables. Hoy, es el turno de arrimar el hombro todos y todas, para sacar el país adelante, porque si no nos unimos, solo los poderosos quedarán intactos, pero quienes menos tienen, son quienes sufrirán de forma directa el impacto de las pésimas decisiones gubernamentales.
