OPINIóN

Nerviosismo innecesario


El riesgo país se elevó luego de la gira internacional del presidente electo Daniel Noboa.

El riesgo país se elevó luego de la gira internacional del presidente electo Daniel Noboa. Hay múltiples razones para que eso haya ocurrido. La primera es que el mandatario electo fue sincero y dijo que si no conseguía el financiamiento para la implementación de su plan de gobierno que busca volver más eficiente al Estado, el Ecuador entraría en default, o sea, el país no pagará las deudas que mantiene con los multilaterales. La segunda es haber presentado a quienes liderarán su frente económico, jóvenes ecuatorianas con escasa experiencia en el sector público y que, sobre todo, no son de la línea fondomonetarista. Eso deja intranquilo al Fondo Monetario Internacional, al Banco Interamericano de Desarrollo y al Banco Mundial. Quien liderará el Ministerio de Economía y Finanzas no es alguien puesto por ellos, como lo fue Richard Martínez, en el régimen de Lenín Moreno, quien después pasó a ser el vicepresidente de países del BID; o Simón Cueva, quien antes de ser ministro de Economía y Finanzas en el régimen de Guillermo Lasso, fue representante del FMI en Bolivia, consultor del Banco Mundial, la Organización de Estados Americanos, OEA y la Comunidad Andina de Naciones, CAN. De hecho, recordemos que el FMI condicionó a Lasso a entregarle un crédito a cambio de que ponga a Cueva como ministro. Eso es lo que ahora les preocupa a los multilaterales, que en el régimen de Noboa no tendrán ningún representante.

En hora buena que el jefe de Estado opta por deslindarse de la política fondomonetarista, que tiene como receta el ajuste económico a las clases populares, con el alza y generación de nuevos impuestos, para tener dinero que priorice el pago de la deuda externa. Esa es la receta que ha sumido en el hambre y la miseria a los pueblos hermanos de la región.

Por eso, es saludable que, además del FMI, BM y BID, también se haya reunido con la Comunidad Europea y con USAID, que es la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, es decir, busca alternativas en caso de que los principales organismos que financian a los estados se nieguen a entregar nuevos créditos al país.