Andrés Minchalo Gallegos
El presidente electo Daniel Noboa Azín tiene prisa por comenzar su trabajo y entre sus prioridades están la atracción de inversiones y la generación de empleo con el propósito de incrementar la recaudación fiscal, reducir la desocupación, mejorar la situación económica para continuar con la reactivación de la economía nacional, alicaída desde finales de 2015.
Diagnóstico claro y conocido. Históricamente Ecuador recibe menos inversión extranjera que Perú y Colombia, por tanto, se espera que las propuestas del mandatario alcancen los resultados previstos, que permitan superar esta situación, porque no sería la primera vez que intenciones y realidades no coinciden por desconocer la ciencia económica. Entonces, ¿deben plantearse acuerdos estructurales? ¿Repetiremos la fórmula de endeudarnos y aumentar impuestos sin aligerar gasto corriente ni reactivar las fuerzas productivas? Ecuador cuenta con impuestos a la renta IR (22%) y al valor agregado IVA (12%) más bajos que los de nuestros vecinos (Perú: IR 29,5% IVA 18%; Colombia IR 35% IVA 19%), una moneda fuerte y de referencia mundial como el dólar estadounidense además de una legislación más protectora de derechos y que abunda en sanciones. Esto indicaría que la baja inversión no tiene que ver exclusivamente con los impuestos o el gasto público sino a condiciones del entorno que hacen difícil implementar un proyecto de largo plazo. Cuestiones sobre las que todavía no encontramos un acuerdo como país: el nuevo código del trabajo, la constitucionalidad y el modelo de país, la integración a los mercados financieros internacionales, el modelo punitivo para enfrentar a la delincuencia o el rol de la fuerza pública, la modernización de la normativa de seguridad y salud ocupacional. Finalmente, cualquier iniciativa que plantee el presidente corre el alto riesgo de quedarse insuficiente si no incluye una reforma laboral profunda que atienda algunas de las inconsistencias de la normativa que permita poner a competir nuestro Código del Trabajo con los demás de la región y así atraer aquella inversión que anhelamos todos y que es la única manera de generar circulante y empleo especializado en una economía sin moneda propia.