OPINIóN

¡Hay que frenar la migración!


Existe una vorágine migratoria en el Ecuador, ocasionada por múltiples aspectos: gobiernos corruptos, falta de oportunidades laborales, aumento de la criminalidad en el país, pobreza desencadenada de la pandemia del COVID-19.

Existe una vorágine migratoria en el Ecuador, ocasionada por múltiples aspectos: gobiernos corruptos, falta de oportunidades laborales, aumento de la criminalidad en el país, pobreza desencadenada de la pandemia del COVID-19, son tan solo algunas de ellas. Pero el fenómeno migratorio se da, en especial, bajo circunstancias irregulares. El Centro Nacional de Visas del os Estados Unidos comenzó a enviar invitaciones para el permiso humanitario de reunificación familiar para Ecuador desde el viernes 17 de noviembre. La noticia, sin lugar a dudas, es esperanzadora para las familias ecuatorianas, pero es nuestro Estado el que debe responsabilizarse, en primer término, por evitar la migración de sus connacionales, a través de la generación de oportunidades laborales, en condiciones dignas con salarios apropiados que permitan reducir las brechas de desigualdad; mejorar la calidad de los servicios públicos, en especial salud y educación y combatir de forma frontal la corrupción, para que ya no haya, o al menos se reduzca la especulación de precios de productos de primera necesidad, no existan tramitadores de servicios ciudadanos, y permita a los habitantes de este país acceder a eficientes servicios estatales.

La política estadounidense de fronteras abiertas ocasiona que exista un flujo migratorio que supera la capacidad norteamericana de atención. Informes de la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza revela que desde que Joe Biden llegó al Gobierno estadounidense en enero de 2021, esa agencia registra un total de 7’924,245 encuentros de migrantes en la frontera sur con México, casi 2 millones más de lo que informa la Casa Blanca. Lo grave es que, al tratarse de cruces irregulares, corren serio riesgo la vida de quienes se aventuran a dejar sus países para ir en busca del sueño americano.

El presidente electo Daniel Noboa debe ejecutar una política que reduzca índices delincuenciales, genere obra pública y otorgue servicios públicos de calidad, incentive la generación de empleo para que los ciudadanos ya no sientan la necesidad de migrar, sino quedarse y apostar por nuestra nación. No nos desviemos en infantiles revanchismos; entendamos que los problemas del país son mucho más profundos y, quizá por eso, el anhelo es que el pacto de gobernabilidad le permita enrumbar al país a un mejor destino.