Por Cecilio Jalil Experto en temas bananeros

Siempre he admirado la separación de poderes real, por ejemplo, en Perú y México, donde se ve que tienen completamente separado la parte política de la parte económica financiera, mientras los mandatarios se mantienen en una vorágine política de reconocimiento, por un lado, por otro, una despreocupación patológica, la parte financiera y de crecimiento económico crece sostenidamente, sin que lo uno sea impedimento para lo otro, ejemplo que deberíamos seguir como país.
En el caso de la industria bananera es muy parecido, mientras países como Costa Rica manejan independiente y técnicamente su producción y exportación, nosotros seguimos en la vorágine de los precios controlados y regulaciones burocráticas que lo que hacen es entorpecer y alimentar el incumplimiento.
Nuevamente tenemos precio oficial, recurso completamente antitécnico, por decir lo menos, que no solamente cada día se respeta menos, sino que es un freno para el desarrollo de la industria, tenemos como ejemplo el crecimiento camaronero, en los últimos años nos superó en exportaciones, y no tiene ninguna restricción de precios, y muy pocas restricciones burocráticas.
Con estos antecedentes es urgente derogar la ley y todas las disposiciones que se contraponen con el desarrollo moderno de la actividad, de otra manera seguiremos en el jueguito de los importadores golondrinas y los pseudos productores politizados, acompañados de la magia de los permisos de exportación.
Este año, podría decir, es el año donde la libre comercialización de la fruta (Spot) ha superado en creces a la formalidad (contratos). Se arrancó con menos del 50 % de la fruta contratada, en estos momentos es mucho menos, no llega ni a los dos dígitos, hablo de la verdadera, inclusive estos pocos que quedan, han tenido que dar un bono para mantener a los productores, entonces, ¿De qué sirve el precio oficial?, la respuesta es muy sencilla, solo sirve para cuando el mercado baja los precios (igual se vende más barato), en alza nadie le hace caso, entonces, ¿Cuál es el espíritu de esta disposición?, muy sencillo, usar como herramienta política para exigirle al Estado el cumplimiento de algo que se maneja en los mercados internacionales y alimentar la corrupción.
Otro ejemplo interesante en la actualidad con los mercados, por situaciones políticas o por licencias, algunos países tienen restricciones en importar libremente, por esta razón vinieron al Ecuador a comprar banano libremente, con cupos mágicos a pesar de las restricciones en la exportación, y elevaron el precio de la fruta en baja temporada, hasta precios el doble del llamado oficial, sin control, dejando a los exportadores de otros mercados, fuera de competencia y fuera de los pocos contratos que se firmaron, lo que alienta a los productores y exportadores a firmar contratos ficticios y esperar que la ruleta del mercado los favorezca.
Como aclaración, esto solo pasa en el Ecuador, en otros países competidores, los compromisos se respetan, por eso es que el mercado informal se fortalece cada día más mientras que otros países crecen en formalidad gracias a nosotros.
Señor Presidente, señor Ministro, prestigiosos profesionales, conocedores de la cultura bananera, no pierdan esta oportunidad de incorporarnos al siglo 21.
