Según la odontopediatra, mientras más pequeños asistan a la consulta, mejor será la experiencia. “En general las primeras visitas son breves y no hay mucho que intervenir. Es clave no predisponer a los niños con mensajes como por ejemplo tienes que ser valiente o no duele, ya que al usar palabras asociadas a trauma o malas experiencias los pondrán más alertas. Lo mejor es que los padres lleguen contentos y den seguridad a sus hijos”, añade.
Es muy relevante programar estas visitas, porque son un complemento a las revisiones del pediatra. “Podemos estudiar alteraciones y derivar, por ejemplo, a fonoaudiólogo, neurólogo, otorrino, nutricionista o kinesiólogo, entre otros, dependiendo del diagnóstico”.
Frecuencia y señales
De acuerdo con lo que señala Constanza Tegtmeier, se indica control cada 6 meses en todos los pacientes, pero puede ser más frecuente en aquellos de alto riesgo o con historia de caries. Asimismo, indica que los signos de alerta más comunes son manchas en los dientes (blancas o café-amarillo), sarro o suciedad visible, mal olor en la boca.