Los correístas están sedientos de venganza. Así al menos queda evidenciado en los chats del caso Encuentro.
Los correístas están sedientos de venganza. Así al menos queda evidenciado en los chats del caso Encuentro, revelados por la Fiscalía en los que se visibiliza que la intención del prófugo Rafael Correa es meter a la cárcel a María Paula Romo, Lenín Moreno y los ministros que desempeñaron funciones en su gabinete. Pero esa sed de venganza no tiene límites. Por eso, llenaron las cárceles de sangre con los amotinamientos en los momentos claves del país, como la víspera de la consulta popular, en el régimen de Guillermo Lasso y queda claro que algo similar pudo haber ocurrido en la reciente impulsada por el presidente Daniel Noboa, pues días antes también hubo una revuelta carcelaria.
Pero ellos atacan en diferentes frentes a la vez. Mientras por un lado, se valen de peones, como el general Víctor Araus, mencionado en los chats del caso Encuentro, por otro lado, sus alfiles atacan en la Asamblea Nacional, indistintamente de los nombres propios, para buscar su venganza contra Diana Salazar, a quien la quieren destituir e impedir que ocupe un cargo público en los próximos dos años. La razón: temen que sea candidata, en especial, a la Presidencia, dado el nivel de aceptación con el cual goza, según un reciente estudio de opinión. En las últimas horas trascendió de nuevos pedidos de enjuiciamiento político. Pero los partidos políticos basan sus acciones en encuestas, a excepción de la horda correísta que solo busca venganza e impunidad, por eso, no piensa, solo actúa y su pedido no encuentra eco en las demás bancadas, que sabe bien que irse contra la fiscal Salazar, en estos momentos, es perder capital político.
Hoy, los prófugos están sitiados y se quitaron la máscara. Recurrieron a sus secuaces para interponer acciones legales que buscan la excarcelación de Jorge Glas, quien está en la cárcel por haberle robado al país. Los socialistas de la región quieren impunidad, porque saben bien que lo que hoy sufre Glas mañana les puede pasar a ellos, por eso se unen y hacen espíritu de cuerpo. Esta sed de impunidad, cegada por la sed de venganza, los lleva a cometer desatinos garrafales como la comparecencia telemática de otro prófugo: Ronny Aleaga. Es el turno de Diana Salazar de evitar la obstrucción de la justicia de quienes ocultan a un sindicato por el Ecuador.