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Historias de lucha, dolor y solidaridad tras el colapso de viviendas por aluvión


Mauricio Calle Chuncho, uno de los afectados. Pese a las pérdidas materiales, agradece que su familia se encuentre a salvo. Foto de Franco Palacios

María José Alba Lozano

Piñas, se vio sacudida por una tragedia inesperada. A raíz de intensas lluvias y un aluvión, varias viviendas en la ciudadela Jaime Roldós Aguilera colapsaron, llevándose consigo la vida de al menos un menor de 7 años y una persona adulta, además de destrozar bienes materiales y causar una gran angustia entre los habitantes de la zona.

HISTORIAS

El colapso de tres viviendas, que comenzó en la parte superior de un cerro y se desplomó hasta el área más baja, dejó escombros y destrozos por doquier. La fuerza de la naturaleza no solo causó pérdidas materiales, sino que también desmembró la tranquilidad de las familias, llevándose vidas y sueños de quienes aún luchan por encontrar la esperanza en medio de las ruinas.

En un emotivo testimonio, el propietario de una de las viviendas afectadas, Jorge Sánchez, nos relata el dolor vivido esa noche. “Nos encontramos en el centro de la ciudad cuando el aluvión comenzó. La gente gritaba, se pasaban fotos, y nosotros no sabíamos lo que había pasado hasta que llegamos aquí y vimos la magnitud del desastre. La casa se desplomó, y lamentablemente, un niño de 7 años perdió la vida. Otros han logrado sobrevivir, pero es difícil pensar que algo así pueda suceder”, comentó Sánchez, quien, pese a la tragedia, se mostró agradecido de que su familia no estuviera en el lugar cuando ocurrió el desastre.

En medio del dolor, las autoridades locales no han tardado en ofrecer su apoyo. Norma Moreno Ochoa, secretaria del albergue San Vicente de Paúl, expresó la preocupación y el compromiso de quienes están al frente de la ayuda humanitaria. “Aquí estamos recibiendo a todas las familias que han quedado sin hogar. Nos duele ver tantas vidas devastadas por el desastre, pero gracias a Dios, muchas de ellas han sobrevivido. Estamos trabajando en conjunto con las autoridades y las organizaciones locales para brindarles refugio y apoyo. El trabajo no termina aquí, y nuestra misión es estar con ellos hasta que puedan recuperar lo perdido”, comentó la licenciada Moreno, quien enfatizó que el albergue ya ha recibido a más de 20 familias y sigue ofreciendo camas y espacios para aquellos que aún necesiten un lugar seguro.

Entre los albergados, encontramos a Mauricio Calle Chuncho, quien vivió en carne propia la angustia de ver su hogar destruido. “Fue algo muy duro”, nos contó. “Tanto esfuerzo para obtener lo que teníamos, y en segundos lo perdimos todo. Lo único que nos quedó fue la vida, y por eso damos gracias a Dios. Perdimos nuestras camas, electrodomésticos, hasta la moto que estaba inundada. Pero por lo menos estamos bien”, relató Mauricio con la voz entrecortada. Él, junto con su esposa e hijos, ahora vive en el albergue, enfrentando el duro proceso de reconstrucción.

Mauricio, como muchos otros en la comunidad, espera que las autoridades puedan intervenir rápidamente y ofrecer una solución para aquellos que han quedado sin hogar. Sin embargo, su mayor preocupación radica en las secuelas emocionales y materiales que el desastre deja atrás.

Mientras tanto, los habitantes de Piñas se mantienen unidos, luchando por la reconstrucción de sus hogares y enfrentando con valentía una tragedia que ha marcado a toda la comunidad. La solidaridad entre vecinos, las ayudas institucionales y las muestras de apoyo mutuo han sido cruciales para mitigar un poco el dolor de aquellos que lo perdieron todo.

El aluvión ha dejado no solo un paisaje de destrucción, sino también historias de resiliencia, humanidad y esperanza. En Piñas, la tragedia se convirtió en una oportunidad para reforzar la unidad y el compromiso de todos los piñenses. Las autoridades locales, junto con las familias afectadas, seguirán trabajando para recuperar lo perdido, pero con la certeza de que la vida sigue, y que lo material, aunque importante, siempre puede ser reemplazado.