Remontarse a épocas pasadas es recordar viejos juegos universales de esparcimiento como las bolillas, pequeñas esferas de cristal que marcaron la vida cultural del país.
Muy conocidas en El Oro, específicamente en el sector de La Iberia donde varios niños se reúnen por las tardes para realizar diferentes actividades recreacionales. Aunque en la actualidad, las nuevas generaciones optan por los juegos tecnológicos, también existen niños que heredan los mismos juegos de sus padres.

Remontarse a épocas pasadas es recordar viejos juegos universales de esparcimiento como las bolillas, pequeñas esferas de cristal que marcaron la vida cultural del país.
Muy conocidas en El Oro, específicamente en el sector de La Iberia donde varios niños se reúnen por las tardes para realizar diferentes actividades recreacionales. Aunque en la actualidad, las nuevas generaciones optan por los juegos tecnológicos, también existen niños que heredan los mismos juegos de sus padres.
A medida que pasa el tiempo aparecen nuevos nombres para estas esferas de diferentes colores como: boliches, bolitas, bolondrones, bolillas, bolinchas, tiros, balas, cachinas, polcas, balitas, mollejones, pelotitas y también conocidas como canicas. Estas esferas son hechas a base de vidrio, arcilla, metal, cerámica utilizadas para jugar entre los más pequeños.
Historia de las bolillas
El origen de estas pequeñas esferas, aparentemente se remonta hasta el Antiguo Egipto y la Roma Precristiana, donde se han encontrado bolillas presentes en la tumba de un niño egipcio de alrededor del año 3000 a. C. En Creta (parte de Grecia), por su parte, los niños jugaban con bolillas construidas a partir de materiales preciosos como arcilla, cristal piedra o acero. En la Antigua Roma era un juego infantil cuya popularidad se extendió hasta la Edad Media.
Otros materiales utilizados en la Antigüedad son los huesos de aceitunas, avellanas o castañas. Hasta a principios del siglo XX, algunas todavía eran hechas de piedra.
En América, se cree que la costumbre de las canicas se extendió desde Europa. No obstante, también existen indicios que podrían haberse utilizado en la América precolombina.
Cómo jugar
George Carnero, un niño de la parroquia La Iberia del cantón El Guabo, a sus 10 años explica cómo se juega “se debe hacer un círculo en el piso, se coloca la bola dentro del círculo de cada uno, se alejan del círculo unos metros y trazan una línea, luego se lanza una bola con el objetivo de acercarse a la línea del círculo y el jugador que más cerca esté será el primero en su turno para jugar, siempre y cuando no sea pepo chino, se lo denomina así ya que cuando alguien pierde se quiña la bolilla; quiñar o quemar significa pegarle a otra bolita hasta dejarle un hoyo” acotó.
También explica George que el objetivo del juego es sacar las bolas del círculo, la persona que al tirar la bola se queda dentro del círculo pierde; las bolas que sean sacadas del círculo se quedan con quienes lo hagan, y si se golpea con la bola al compañero, se lo declara muerto.
Recuerdos
Carlos Román, uno de los habitantes de La Iberia, a sus 72 años lo recuerda muy bien y entre risas comenta que desde muy corta edad ha jugado con sus amigos, principalmente cuando acudía a la escuela, actualmente ya no lo hace por problemas de salud, entre risas expresó que “cuando perdía la ronda me cogía los rulimanes de la bicicleta de mi papá para ir a recuperar las canicas que había perdido” menciona.
Es uno de los más grandes recuerdos que tiene para comentarles a sus nietos y así incentivarlos a que no dejen de lado las costumbres que ellos tenían.
Dónde adquirirlas
En la tienda de Rosa Mendieta se puede comprar muchas de estas esferas de colores, propietaria de un pequeño negocio esta nos comenta que hay temporadas para que los niños acudan a comprar, “en tiempo de vacaciones es donde vienen a llevar las bolillas, a los más pequeños les gusta los bolondrones, que son esferas más grandes que las normales”
Estas pequeñas bolitas se las puede llevar a un precio de 20 por un dólar, o si prefiere la unidad, 10 centavos cada una.
¿Juegos tradicionales
o juegos digitales?
En los tiempos pasados donde no había internet no había juegos on-line, no había consolas portátiles, no existían los teléfonos inteligentes ni las televisiones digitales, para los jóvenes de ahora, volver a los ochentas, sería como lanzarlos a la época de las cavernas, pocos son los que escapan a las tentaciones de la tecnología.
A los pocos niños que aún se les ve felices con energía y entusiasmo es momento de seguir jugando y no dejar a un lado el patrimonio cultural. Para un padre de familia como lo es Víctor Cortez asegura que “vamos a tener el mismo problema que en Estados Unidos, se va a padecer de obesidad, pero no se puede ir en estos tiempos en contra de la tecnología, ya que se ha vuelto una herramienta indispensable para el ser humano, no se puede retroceder, simplemente se tiene que adaptar a los cambios y acostumbrarse, yo como padre debo de inculcar a mi hijo que practique los juegos tradicionales para que no se pierdan”.
En la casa de la cultura Benjamín Carrión para una representante como lo es Ana Ludeña, “antiguamente se jugaba con tapillas, también existían canicas, bolondrones con diversos diseños, se realizaba estrategias para poder ganar las bolillas a los demás sino tocaba de nuevo comprar pero el objetivo era ganar y pasar la tarde con los amigos, siendo una forma muy sana de armar estrategias”.
Para la funcionaria de la casa de la cultura sería interesante utilizar una propuesta de rescatar los juegos tradicionales, cómo alternativa para insertarlo en la programación en algún momento.
Es importante inculcar a los niños al desarrollo de juegos tradicionales para que fomenten valores y sigan manteniendo vivo el popular juego de bolillas.
